Rodrigo Díaz M.
Un número cada vez mayor de bomberos se desplazó el lunes a la zona de Los Ángeles ante la previsión de que vientos más fuertes desencadenen nuevos incendios forestales que podrían hacer retroceder los recientes avances en la contención de unas llamas que han destruido miles de viviendas y causado la muerte de al menos 24 personas.
El sheriff del condado de Los Ángeles, Robert Luna, declaró el lunes que el número de víctimas mortales aumentó a 24 durante el fin de semana y es probable que siga aumentando. Al menos dos docenas de personas están desaparecidas.
En toda la ciudad y en las laderas resecas y llenas de maleza que la rodean hay aviones que lanzan productos químicos contra incendios y equipos preparados para atacar los focos. Decenas de camiones cisterna reponen agua después de que los hidrantes se secaran la semana pasada.
En menos de una semana, cuatro incendios en torno a la segunda ciudad más grande del país han calcinado más de 160 kilómetros cuadrados, aproximadamente tres veces el tamaño de Manhattan.
Algunas de las cuadrillas adicionales enviadas a Los Ángeles llegaron de todo Estados Unidos y de Canadá y México, mientras el Servicio Meteorológico Nacional advertía de que los próximos días podrían ser “especialmente peligrosos”.
Se predijo que las condiciones severas del fuego durarán hasta el miércoles, con ráfagas de viento en las montañas que alcanzarán los 105 kilómetros por hora.
Un grupo de artistas, músicos y amigos se unieron durante el fin de semana para impedir que se produjeran nuevos incendios cerrando las tuberías de gas y los depósitos de propano en Topanga Canyon, cerca del devastador incendio de Palisades.
La mayor parte de esa destrucción se ha producido en el incendio de Eaton, cerca de Pasadena, y en el de Palisades, en un enclave adinerado de la costa del Pacífico. Los bomberos han hecho progresos en ambos frentes en los últimos días, con el incendio de Eaton contenido en aproximadamente en un 33%.