Por Alejandro A. Morales
TORONTO. La risa parece no ser tan frecuente en nuestros adultos mayores, según algunas doctas opiniones. No cabe duda que aquello nos impulsa a pensar que los achaques y dolencias que afectan a un buen número de nuestros congéneres contribuyen a que las notas de la hilaridad no se escuchen con demasiada frecuencia entre nuestras personas mayores.
Lo anterior es ciertamente relativo. Como, por ejemplo, el medio en que se desenvuelve nuestro adulto mayor de marras. Ciertamente, algo que puede indicar claramente un sano y espontáneo humor y risa es lo que podríamos categorizar como un “buen estado de salud”, ya que esta potencia la felicidad del individuo, además de su alegría y su dicha por seguir viviendo.
Por otro lado, es necesario prestar atención a las personas mayores en el mundo que ellos se desenvuelven. Algo que he aprendido viviendo en un edificio exclusivo para mayores de 59 años es que simplemente conversando con muchos de sus habitantes uno se da cuenta de que hay un sentido innato del humor cuando platican entre ellos en el vestíbulo de nuestra residencia.
Un tema muy frecuente es cuán “longevo” es el invierno y como no se resigna a partir y dejarnos un tiempo meteorológico más aceptable. Para qué decir la tertulia política que genera risotadas cuando resaltamos como la inflación se dispara, especialmente en los comestibles, y el magro aumento de nuestras pensiones, por otro lado. Por tal razón, creo que la política genera un mayor sarcasmo que indignación, como suele ocurrir en otros ambientes.
Hay quienes opinan que reírse es un acto de naturalidad y espontaneidad. Nos hemos reído desde que nacemos y a veces hasta los últimos días de nuestras vidas. Lo hacemos, aunque en nuestra edad adulta con menos frecuencia. Resulta sorprendente verificar que un niño es capaz de reír una media de 300 veces al día, mientras que un adulto lo hace de 15 a 100 veces diarias.
El usar la risa como medio terapéutico es considerado como risoterapia. Se ha demostrado que aquellas personas que padecen de enfermedades pueden contribuir a la curación de la dolencia si su estado de ánimo mejora notablemente usando esta herramienta. Se ha comprobado que cuando una persona comienza a reír se activan 430 músculos a la vez y los pulmones trasladan 12 litros de aire, cuando lo normal son seis, fortaleciendo de esta manera el corazón e intensificando el riego sanguíneo.
Por otro lado, no podemos olvidar que el sentido del humor y la risa disminuyen el estrés y la ansiedad lo que hace que las personas actúen en forma más positiva y proactiva en la solución de sus problemas. La risa libera las famosas endorfinas, las conocidas hormonas de la felicidad, procurando para los felices mortales un estado de bienestar y placer que les permite enfrentar la vida de una manera más positiva.
Es interesante echar una mirada a lo que ocurre en lo que llamamos nuestras actividades comunales, vale decir, en aquellas ocasiones en que nos reunimos en grupos con objetivos específicos. Puede ser una película de interés para nuestra edad o un círculo de confianza emulando los nativos del país con el objeto de dar opiniones respetadas acerca de un tópico importante en el momento.
Son muchas las personas que acuden a estas reuniones semanales exclusivas para adultos mayores, ya sea como actividad de agencias comunitarias, como también gente que lo hace espontáneamente dándose su propia estructura y sus propios intereses. Hay personas que asisten a dos o tres de estos grupos, simplemente porque estos promueven la creación de vínculos, desarma posibles conflictos y alivia el estrés y la ansiedad.
Es mi propio caso personal, como el de mucho otros afectados por dolencias que nos ponen sombras en nuestras vidas, que acudimos a encontrarnos con gente de nuestra edad, simplemente porque la socialización nos ayuda a olvidarnos de síntomas molestos que cuando estamos solos en casa parecen acrecentarse.
Lo importante es poder esgrimir una risa sana. Atentos, sin embargo, si oímos a alguien reír detrás de nosotros, es muy posible que los imaginemos al teléfono o con un amigo con un sentimiento de cariño o ternura. No todo el tiempo suele suceder así, ya que la risa no siempre es positiva y sana. También puede ser simulada o fingida, o estimulada (drogas), o incluso producto de una enfermedad (patológica). En general, tenemos que reafirmar que disfrutamos de la risa como una actividad comunal promoviendo los vínculos existentes y los nuevos. No obstante, pierde su impulso con rapidez cuando estamos solos.
A nuestros adultos mayores de habla hispana les sugerimos que sigan apoyando con su presencia y su trabajo voluntario a las organizaciones que les brindan refugio de una vida, que de lo contrario sería solitaria, aislada y a veces un poco triste. Les dejo una cita de Maurice Chevalier, quien fue un cantante hasta avanzada edad: “Envejecer no es tan malo, si uno tiene en cuenta la alternativa”. (Fuente: “El País, España”).