Por Alejandro A. Morales
TORONTO. Cuando el mundo de la nueva tecnología se abrió camino en la vida de los ciudadanos de todos los sectores, desde jóvenes en escuelas y universidades, además de gente en las oficinas de todos los sectores públicos y privados, se presentó una duda acerca de los adultos mayores en términos de su capacidad para añadirse al creciente número de usuarios.
La nueva tecnología no se detuvo y más bien rápidamente se introdujo hasta en los sectores domésticos que incluía el consumo vía internet, la declaración de impuestos a la renta, las comunicaciones personales y las redes sociales, por mencionar las más frecuentes. Hubo dudas acerca de la población de edad avanzada y su capacidad para absorber nuevos conocimientos, todo esto agravado por la corriente de opinión de hace 30 o más años en la que predominaba la noción del viejismo, que hacía del adulto mayor un ente invisible no digno de consideración.
Quienes nos desenvolvíamos en el trabajo comunitario, lentamente nos formamos de la opinión que dada la oportunidad los adultos mayores podrían aprender las bases esenciales del uso del computador y sus aplicaciones. A consecuencia de una ola que adhería criterios en favor del envejecimiento activo, unimos nuestros esfuerzos para golpear las puertas de los niveles de gobierno y las fundaciones para realizar programas de aprendizaje del uso del computador y las bases de la nueva tecnología. Los resultados fueron hasta cierto punto sorprendentes con algunos grupos de adultos mayores de habla hispana. Nos preocupó, empero, que había sectores de este grupo etario, especialmente aquellos mayores de 75 años que permanecían alejados de nuestras iniciativas.
La realidad es que, con la capacitación adecuada, las personas mayores son perfectamente capaces de usar nuevas tecnologías. El aumento en las inscripciones en Facebook para los mayores de 50 años es una clara evidencia de que las personas mayores han adoptado un producto que muchos suponen que no podrían usar.
La diferencia entre el uso de la tecnología por parte de los jóvenes y los ancianos tiene una explicación relativamente simple. Casi toda la nueva tecnología está diseñada para ser utilizada por personas más jóvenes. Los diseñadores y fabricantes están ignorando deliberadamente a los mayores de 50 años cuando crean nuevos productos y servicios. Lógicamente, las personas mayores optan por no usar productos que no tienen nada que ofrecerles. Al orientar los productos a personas más jóvenes, las empresas en realidad están reduciendo su potencial base de clientes en casi la mitad. Donde los productos han sido diseñados primero para usuarios mayores, los fabricantes han visto un aumento en las ventas en todos los grupos de edad.
En una amplia encuesta realizada de una exploración única no solo del uso de la tecnología entre los adultos mayores de 65 años y el resto de la población, sino también dentro de la población de personas mayores, surgen dos grupos diferentes de adultos mayores. El primer grupo (que se inclina hacia personas mayores más jóvenes, más educadas o más acomodadas) tiene activos tecnológicos relativamente importantes y también tiene una visión positiva de los beneficios de las plataformas en línea. El otro (que tiende a ser más viejo y menos rico, a menudo con problemas importantes de salud o discapacidad) está en gran medida desconectado del mundo de las herramientas y servicios digitales, tanto física como psicológicamente.
Los adultos mayores enfrentan varias barreras y desafíos únicos cuando se trata de adoptar nuevas tecnologías. Éstos incluyen: Desafíos físicos en el uso de la tecnología: muchas personas mayores tienen condiciones físicas o problemas de salud que dificultan el uso en este terreno. Aproximadamente dos de cada cinco adultos mayores indican que tienen una “condición física o de salud que dificulta la lectura o el desafío” o una ” discapacidad o enfermedad crónica que les impide participar plenamente en muchas actividades diarias comunes”.
¿Cuáles son las dificultades para aprender a usar nuevas tecnologías? Una gran mayoría de los adultos mayores dicen que necesitan ayuda cuando se trata de usar nuevos dispositivos digitales. Solo el 18% se sentiría cómodo aprendiendo a usar un dispositivo de nueva tecnología, como un teléfono inteligente o una tableta por su cuenta, mientras que el 77% indica que necesitarían a alguien que los ayude a recorrer el proceso.
Lo anterior indica claramente que hijos y nietos o parientes que a regañadientes ofrecen ayuda, o son requerida de ella, no demuestran la paciencia – palabra mágica esta última – necesaria en asistir aquellos que se aproximan a los 80, pero que aún desean utilizar esta tecnología básica. La retención de procedimientos, fáciles para aquellos que nacieron con un computador en la cuna, no se da en el caso del adulto mayor. Aconsejamos desarrollar notas o un algoritmo simple para que el adulto mayor eche a mano cuando lo necesite, pero ante todo amor y paciencia con quienes nos criaron y se sacrificaron por nuestra ventura personal.