Por Alejandro A. Morales
TORONTO. Es jueves 13 de junio del 2019. Un adulto mayor ha escuchado la docta opinión de un médico cardiólogo quien en la radio opina que el juego de básquetbol puede acarrear serias consecuencias para una persona mayor adoleciendo de condiciones cardíacas. La velocidad del juego y el constante acumular de puntos le hace un juego veloz, punzante, arremetedor que carece la estabilidad de otros deportes como el fútbol o soccer donde los empates de cero-a-cero no son algo inusitado, aunque si un poco aburridos o frustrantes. No cabe opinión en contrario. En el básquetbol no hay tiempo de aburrirse, al menos que haya una superioridad aplastante.
El adulto mayor de marras, atemorizado por la opinión del buen doctor, decide hundirse en el acogedor sueño de una noche primaveral, dejando las ventanas de su vivienda en un edificio de seniors levemente abiertas para dejar que la frescura de la noche penetre su cuarto. Sin embargo, hay lo que al comienzo podría ser definido como una “leve ansiedad”. A pesar de su racional decisión de ignorar resultados y acudir al televisor en la mañana e informarse del resultado del juego, ha dejado su teléfono móvil en la mesita de noche para indagar lo prohibido si no puede aguantar la curiosidad.
Después de unas tres horas de un sueño calificado como “nervioso” despierta en la tranquilidad de la noche y agudizando su oído solo escucha el pasar de un par de vehículos por la avenida vecina al edificio. Aunque, de pronto, percibe un grito sofocado que trae más angustia que júbilo. Completamente despierto deduce que el juego de los Raptors estaría por finalizar allá en Oakland, California.
Rápidamente, se acerca, o más bien se precipita, hacia el televisor en la pequeña sala de su diminutivo apartamento. Poco se demora en sintonizar el o los canales deportivos. Una pequeña pausa para entender lo que muestra la pantalla. Logra entender que quedan solo 0.9 segundos de juego y que los Raptors van arriba por una cuenta mínima. Un lanzamiento libre y de pronto un pandemónium generalizado. Lowrie y Leonard se abrazan jubilosamente. Los Raptors han ganado el título de campeones de la National Basketball Association, con todo lo que abrumadoramente esto significa.
Nuestro adulto mayor se da cuenta que su pulso llega a un punto de peligro, pero el triunfo comienza a anidar una dulce sensación placentera en su deteriorado corazón. A pesar de un bocinazo de un automóvil que pasa, todo sigue tranquilo y ahora continuará su sueño con calma y la felicidad que da la victoria, aunque solo sea deportiva. Pone la cabeza en la deliciosa almohada, compañera de sueños e ilusiones, pero repentinamente comienzan a rugir motores y bocinazos por todo el universo circundante.
Bueno, se dice a sí mismo… han ganado y la muchachada joven está celebrando. Después de todo hizo lo mismo el 92 y el 93 cuando los entonces fabulosos Blue Jays ganaron las series mundiales dos años seguidos. ¡Pero ahora, esto es pandemónium! Los autos pitan, los que salen de la taberna cercana aúllan y ya no podrá dormir por un tiempo indeterminado.
¿Qué hacer? Una vocecita le dice “si no puedes callarlos, únete a ellos” y casi en cueros sale a su balcón y lanza un grito de Raptoooors, prolongado y sonoro. No hay vergüenza de que sus ancianas vecinas se alarmen. Lo ruidoso y numeroso de la celebración otorga el anonimato. Por fin, pasado las 2:00 de la madrugada el ruido comienza a amenguar, salvo alguno que se unió tardíamente a la celebración.
Al día siguiente, después de haber visto unas diez veces la repetición del triunfo y las opiniones de los héroes bañados en champán, comienza a llegar la calma, pero también la alegría sostenida del triunfo. ¿Qué significa para la ciudad? ¿Para el país?
Los deportes, no se puede negar, juegan un papel importante en nuestra sociedad disfrutando de gran popularidad. Aún más, muchos los consideran importantes vehículos para transmitir valores como el juego limpio y el trabajo en equipo. Han contribuido a la integración social y racial, además de unir al país en los momentos de triunfo. Esto ha sido evidente en aquella zona del centro de Toronto donde los fanáticos de los Raptors ven el partido en una pantalla gigante. Parque Jurásico le llaman en clara alusión a los dinosaurios que inspiraron el nombre del equipo.
En el Parque Jurásico (Jurasic Park en inglés) se pudo observar la diversidad multicultural de la ciudad y el país. Gente de todas las razas y géneros se unieron al jolgorio de ver triunfar al único equipo de nuestro Toronto. Lo mismo ocurrió en otras ciudades de Canadá donde en otros Parques Jurásicos se dio una muestra de unidad de carácter nacional, que esperamos se convierta en un futuro legado.