Por Alejandro A. Morales
TORONTO. Después de casi treinta años de trabajo en una agencia comunitaria, tuve la fortuna de trabajar algunas horas para otras organizaciones, normalmente en el área del desarrollo social. Eso permitía mantenerme medianamente ocupado durante la semana, además de comenzar mi adaptación al proceso que muchos me deseaban fuera “un merecido descanso”.
Pero, al contrario, la parte placentera de mi quehacer, la que mantengo hasta ahora, me permitió participar en directorios de instituciones sin fines de lucro, pero aún más significativo fue el ofrecer mi trabajo voluntario especialmente a quienes se preocupaban del bienestar de nuestros adultos mayores, quienes después de todo eran y siguen siendo mis congéneres.
A pesar de las buenas vibraciones que lo anterior genera en mi mente, en la actualidad las palabras de Greta Thunberg ante el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), las Naciones Unidas y los gobernantes invitados, quien con voz severa les increpó la inacción e indiferencia hacia una de las mayores crisis enfrentadas por el planeta en sus millones años de vida. ¿Cómo se atreven? Les dijo. “Me han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías”.
Estas palabras han tenido un impacto en no solo los adultos mayores, sino que también en la juventud y en todas las edades de nuestra madre tierra. He tenido el privilegio de participar en uno de los grupos que se reúne un par de veces en la semana. Todo el mundo dio su opinión sobre este peliagudo asunto, especialmente cuando es científicamente comprobado que se nos acaba el tiempo para actuar y disminuir el calentamiento global. Surgieron sorprendentes ideas, la mayoría de ellas absolutamente realizables y me permitió de alguna manera responder a la pregunta de Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas: ¿Estamos perdiendo la lucha contra el cambio climático?
Es importante hacer notar, que inicialmente muchos de los adultos mayores, a pesar de reconocer la posible catástrofe global se preguntaban: ¿Y nosotros quee podemos hacer? De a poco comenzaron a surgir las ideas y respuestas a esta encrucijada. Y muchas tenían sentido, especialmente si el llamado a la acción era escuchado en muchas partes y se multiplicaba rápidamente. Más de alguien me dijo que, así como hay tonterías que se viralizan en las redes sociales, el llamado a la acción en la lucha contra el cambio climático debiera llegar a todas partes y a todas las edades.
Una esforzada coordinación del grupo logró racionalizar la discusión, la que después de un tiempo se hacía difícil mantener. Para empezar, alguien había recolectado slogans, los que impresos en papel o género harían un urgente llamado a la gente del planeta. En general, constituyen llamados a quienes lo vean a cuidar la tierra, la que no es solo nuestra, sino también de los animales, árboles y plantas, como también los insectos. ¡Si los insectos! Porque ellos también juegan un rol importante dentro de nuestro ecosistema como es el caso de la polinización que hacen las abejas, por poner solo un ejemplo.
Finalmente, como resultado de dicha entusiasta conversación surgió la idea de visitar un río que baña nuestro Toronto hogareño y que además de la corrida de salmones que se produce en esta época del año, en un hermoso parque de la ciudad, el que algunas veces se encuentra desmejorado por basura que afea no solo su estética, pero también la limpieza del agua y sus plantas. Aparentemente una modesta idea, pero el colaborar con la limpieza puede ser el puntapié inicial de similares entregas al ambiente, tal vez con más gente, antes de la llegada del invierno.
Algunas de estas medidas son: Usar la energía con prudencia en nuestros hogares; apoyar el impulso global de energía limpia y renovable; ser amigable con el clima y comer sin carne en más de una ocasión; estimular conversaciones sobre el clima con muchas personas; practicar austeridad consumiendo menos y desperdiciando menos; votar por candidatos que prometan luchar por un cambio climático.
Sin duda, Greta en forma dramática ha influenciado gente de todas las edades y la suma de individualidades son importantes en el proceso de cambio. Sin embargo, opinan analistas, que para lograr las metas establecidas se necesitará una amplia organización, una ideología y estrategias que democráticamente canalicen la voluntad de una mayoría. Es por eso que activistas en el terreno ecológico hagan coincidir sus acciones con lo sindical, lo comunitario y lo étnico. Es así, que elecciones venideras en países como los Estados Unidos, Canadá y Europa serán de una importancia extraordinaria.
Lo importante, según nuestros seniors, que son parte de un segmento hasta hace poco invisibilizado en el quehacer social y comunitario, han querido comenzar algo simple y significativo que se multiplique indefinidamente llegando a todos los rincones del planeta y así dar respuesta a la inquietante pregunta del señor Guterres.