Rodrigo Díaz M.
Los científicos han encontrado más pruebas que respaldan la recomendación formulada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) del 2015 de limitar el consumo de azúcar añadido a seis cucharaditas al día.
En un estudio publicado en la revista médica The BMJ, investigadores de China y Estados Unidos compartieron una larga lista de consecuencias negativas estrechamente relacionadas con el consumo de azúcar, como asma, diabetes, obesidad, cardiopatías, depresión, algunos tipos de cáncer y muerte.
“Nuestra revisión general mostró asociaciones nocivas entre el consumo de azúcar en la dieta y una serie de enfermedades cardio-metabólicas”, escribieron los autores del estudio, “especialmente el aumento de peso, la acumulación de grasa ectópica, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares, que pueden atribuirse en gran medida al consumo excesivo de azúcares que contienen fructosa”.
Médicos y científicos saben desde hace décadas que comer demasiado azúcar puede perjudicar la salud de diversas maneras.
Ese conocimiento llevó a la Organización Mundial de la Salud a recomendar reducir la ingesta de azúcar libre a menos del 10% de la ingesta total de energía diaria por primera vez en 1989. En el 2015, la organización actualizó de nuevo las directrices para recomendar una nueva reducción a alrededor del 5%, lo que equivale a unas seis cucharaditas de azúcar al día.
Los azúcares libres, también conocidos como azúcares añadidos, incluyen la glucosa, la fructosa, la sacarosa o el azúcar de mesa añadidos a los alimentos y bebidas por el fabricante, el cocinero o el consumidor, así como los azúcares que se encuentran de forma natural en la miel, los siropes, los zumos de fruta y los concentrados de zumo. Estos azúcares también se encuentran a menudo “ocultos” en alimentos procesados que podrían no parecer una fuente obvia, como el ketchup, una cucharada de la cual puede contener una cucharadita de azúcar añadido.
Cuando la OMS formuló su recomendación de seis cucharaditas en el 2015, las pruebas que la respaldaban eran limitadas y muchas de ellas procedían de estudios cuya calidad, precisión y coherencia no se habían examinado detenidamente. Así que la organización hizo la recomendación “condicional”.
Ahora, gracias a los investigadores del último estudio del BMJ, los expertos disponen de los datos necesarios para hacer una recomendación firme.
El equipo revisó 73 metaanálisis, incluidos 67 de metaanálisis de estudios observacionales y seis de ensayos controlados aleatorizados, de 8.601 artículos que abarcaban 83 resultados de salud en adultos y niños. Un metaanálisis es un análisis estadístico que combina los resultados de múltiples estudios científicos para buscar tendencias a gran escala.
Se hallaron “asociaciones perjudiciales significativas” entre el azúcar añadido y los resultados glandulares y metabólicos, como la diabetes, la gota y la obesidad; los resultados cardiovasculares, como la hipertensión, el infarto de miocardio y el ictus; y los resultados oncológicos, como el cáncer de mama, de próstata y de páncreas.
“Por último, existían asociaciones nocivas entre el consumo de azúcar en la dieta y la mortalidad por todas las causas, el asma infantil, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, la densidad mineral ósea, la caries y la erosión dental, la depresión y la enfermedad del hígado graso no alcohólico”, escribieron los autores.
También descubrieron que las bebidas azucaradas, como los refrescos, los zumos y las bebidas deportivas y energéticas, son la mayor fuente de azúcares añadidos en la dieta de muchas personas, y recomendaron limitar las bebidas azucaradas a menos de una ración por semana.
Dado que sus conclusiones se basan principalmente en datos de estudios observacionales y de baja calidad, los autores señalan que los científicos deberán realizar más ensayos aleatorizados y controlados para comprender mejor la relación entre el azúcar y determinadas enfermedades. Pero el mensaje general es claro.
“El consumo elevado de azúcar en la dieta suele ser más perjudicial que beneficioso para la salud, especialmente en las enfermedades cardio-metabólicas”, escribieron.
“Las pruebas de la asociación entre el consumo de azúcar en la dieta y el cáncer siguen siendo limitadas, pero justifican nuevas investigaciones”.