Rodrigo Díaz M.
Los responsables de la política de inmigración y los analistas siempre han vigilado la tasa de natalidad con mucho detenimiento, ya que es un factor esencial en la planificación de las políticas de inmigración a largo plazo.
Cualquier descenso de la natalidad relacionado con la pandemia se dejará sentir en el mercado de trabajo canadiense dentro de unos 25 años, ya que ese es el tiempo que suele tardar en incorporarse al mercado laboral los trabajadores nacidos en Canadá.
La baja tasa de fertilidad de Canadá se utiliza a menudo como justificación económica para aumentar los niveles de inmigración. La lógica es que la tasa de natalidad no es lo suficientemente alta como para hacer crecer la población y la mano de obra de Canadá.
Es por esto que la inmigración económica se considera una solución a este problema, ya que la mano de obra de Canadá disminuiría si no hubiera nuevos trabajadores para sustituir a los jubilados. El resultado afectaría al PIB de Canadá y a su competitividad en la escena mundial.
Statistics Canada presentó un nuevo estudio sobre cómo la pandemia ha afectado a la fertilidad en Canadá. Al igual que otros países, Canadá registró el año pasado el menor número de nacimientos, así como el mayor descenso interanual desde 2006.
La natalidad de Canadá disminuyó hasta un mínimo histórico de 1,4 hijos por mujer en 2020. Aunque estos datos sugieren que la pandemia tuvo un impacto negativo general en la maternidad en Canadá, los investigadores dicen que hay más detrás de esto.
Dado que la tasa de natalidad de Canadá ha disminuido de forma constante desde 2008, podría argumentarse que la menor tasa en 2020 fue la continuación de una tendencia de larga data.
Los indicadores de este estudio no pueden determinar la magnitud o la duración del impacto de la pandemia en la fertilidad. Sin embargo, el estudio señala que, si la natalidad sigue disminuyendo en los próximos años, podría situar a Canadá entre los países de “baja fecundidad”. Esta situación se asocia a un rápido envejecimiento de la población y a una mayor presión sobre el mercado laboral, la sanidad pública y los sistemas de pensiones.
Aproximadamente una cuarta parte de la población de entre 18 y 49 años ha cambiado sus planes de tener hijos a causa de la pandemia. Casi el 20% dijo que quería tener menos hijos de los que tenía previstos, o bien retrasar sus planes. Sólo el 4% dijo que quería tener más hijos o tener un bebé antes.
Por otro lado, ha sido más frecuente que la gente quiera retrasar la maternidad que no tener hijos debido a la pandemia. Según el estudio, este hallazgo es significativo porque la edad media de las nuevas madres canadienses es de 31 años. Por lo tanto, retrasar el embarazo podría llevar a algunas mujeres a no tener tantos hijos como planeaban debido a los límites biológicos de la maternidad.
Las personas que no son padres tenían el doble de probabilidades de querer tener menos hijos o retrasar la maternidad en comparación con las que ya eran padres.
Las personas consideradas minorías visibles eran más propensas a querer menos hijos o a tenerlos más tarde. Este hallazgo coincide con un estudio anterior realizado en los Estados Unidos y refleja el hecho de que las minorías visibles se han visto afectadas de forma desproporcionada por la pandemia, ya sea por el desempleo, las dificultades económicas o las tasas de mortalidad causadas por el COVID-19.
Sin embargo, a diferencia del estudio estadounidense, la condición de inmigrante canadiense no parece tener mucho efecto en la probabilidad de cambiar las intenciones de fertilidad.
El estudio sugiere que, dado que la mayoría de los habitantes de Canadá manifestaron su deseo de posponer la maternidad en lugar de tener menos hijos, podría significar que la pandemia podría no tener un gran impacto en la fertilidad en el futuro. Es decir, siempre y cuando las parejas tengan hijos en una fecha posterior.
En general, está por ver si la tasa de natalidad de Canadá se recupera o continúa su tendencia a la baja. El deseo de retrasar los nacimientos podría seguir afectando a la sociedad canadiense. Si los habitantes de Canadá acaban teniendo menos bebés se espera que, a corto plazo, disminuyan el número de inscripciones en guarderías y escuelas, y a largo plazo, esto podría plantear problemas en los sistemas públicos de pensiones y en la disponibilidad de mano de obra