La imagen de miles y miles de yoguis recorrió el mundo desde que los primeros rayos de sol que llegan a la Tierra en Oceanía hasta lugares emblemáticos como la Torre Eiffel en París o Times Square en Nueva York, cuando el pasado 21 de junio se celebró el primer Día Internacional del Yoga, una doctrina que aporta mucho más que posturas acrobáticas y sesiones de meditación.
El país asiático ha exportado al resto de mundo una práctica que se ha convertido en un modo de vida para miles de personas y en un negocio para muchos, dentro y fuera de la India. Quienes lo practican mantienen que nada tiene que ver con lo religioso, sino con un arte que moldea la mente además del cuerpo con apenas media hora de ejercicio diario.
ORIGEN MILENARIO
El yoga forma parte, de hecho, de ese patrimonio cultural cuyo origen exacto se pierde en el tiempo, aunque algunos lo sitúan alrededor de 2.700 años antes de Cristo. Lo que sí está demostrado es que nació en el Valle del Indo, donde se han encontrado antiquísimas figuras de yoguis o practicantes de esta disciplina.
El yoga nació incluso antes que grandes religiones originarias también de la India, como el hinduismo y el budismo, que luego adoptaron su filosofía, e incluso se considera al dios hindú Shiva como el primer yogui y el primer gurú o maestro de esta práctica.
El protocolo que el Gobierno indio elaboró para celebrar la jornada del 21 de junio explicaba que, sin embargo, no fue hasta el año 400 de la era actual cuando Patanjali recopiló los yoga “sutras”, o aforismos, en los que aglutinó toda la tradición heredada sobre esta disciplina con el paso de los siglos.
Tuvieron que pasar también varios siglos para que otro indio, Swami Vivekananda, se encargara, en las postrimerías del siglo XIX, de popularizar el yoga por Occidente. A ello también contribuyeron más tarde estrellas como los Beatles, con su mediático viaje a un ashram o centro de meditación de la India, en 1968.
CUERPO Y MENTE
Yoga es una palabra de origen sánscrito que hace referencia a la unidad. El Consejo Central para la Investigación en Yoga, con sede en Nueva Delhi y dependiente del Gobierno indio, establece hasta cinco tipos de yoga, que van desde el que repite mantras como el conocido “om”, hasta el que incluye un saludo diario al sol al amanecer.
Las posturas o asanas ayudan a la meditación, con la típica imagen del yogui sentado con las piernas cruzadas y sobre ellas las manos con los dedos formando un círculo.
Además contribuyen a mantener un cuerpo sano, al facilitar la flexibilidad, el tono muscular o la estimulación de órganos vitales; y ayudan a la relajación, acompañada de ejercicios de respiración y de control mental. Un camino a la paz interior.
Unas técnicas que contribuyen a prevenir alergias, asma, depresión, obesidad, hipertensión, ansiedad, anemia, diabetes, úlceras, artritis, epilepsia, insomnio o incluso varios tipos de cáncer, según estudios científicos avalados por esta entidad.
El Consejo Central del yoga cuenta con manuales, incluso para evitar problemas de espalda practicando posturas de yoga delante del ordenador.
PRESENTE Y FUTURO
“No es solo un ejercicio ni algo intelectual, es una forma de vivir. Es un buen camino para ayudar a la paz en el mundo, algo muy simple y que, solo con 20 o 30 minutos al día, es muy beneficioso”, asegura a Efe uno de sus mayores expertos indios en yoga, Hongasandra Ramarao Nagrendra.
El profesor Nagrendra es uno de los referentes de la universidad Vivekananda Yoga Anusandhana Samsthana en Bangalore, en el sur de la India, donde se combina la espiritualidad oriental con ciencias occidentales para la enseñanza de esta práctica, y que tiene presencia en una treintena de países.
El gigante asiático cuenta con un cargo gubernamental para disciplinas tradicionales, como la medicina ayurveda y el yoga, denominado Ayush, cuyo viceministro, Shripad Yesso Naik, declaró a Efe que esta práctica “es un proceso vital para unir cuerpo y mente, para alcanzar un equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza, de ahí su beneficio para todo el planeta”.
“Es un regalo colectivo a la Humanidad. Puede haberse originado en la India, pero saca sus energías de millones de quienes lo practican alrededor del mundo”, dijo el ministro indio, Narendra Modi, que practica yoga, cuando se dirigió en Nueva Delhi a los yoguis de todo el globo en el primer Día Mundial de esta técnica.
Los yoguis suman en todo el mundo más de 200 millones, según la Unesco, y muchos de ellos acuden a la India, como la argentina María del Carmen Correa, para perfeccionar su técnica, en su caso en el ashram de uno de los más populares gurús indios, Ravi Shankar, fundador de The Art of Living, una entidad con presencia en más de 150 países en los que difunde este estilo de vida.
“Te cambia la vida. Te da paz, te hace más compasivo, te hace más servicial. No es para nada religioso. El yoga es respiración, es meditación, es conocimiento de la vida. Espiritualidad no es lo mismo que religión. Espiritualidad es mucho más amplio”, asegura a Efe esta yogui que asiste a un curso en Bangalore.
Su compatriota Michael Levy subraya que “el yoga y la medicina ayurveda son dos de los más grandes regalos que ha dado la India al mundo y Naciones Unidas lo han reconocido”.
RÉCORD GUINNESS
La India celebró el reconocimiento del yoga a lo grande, batiendo varios récords Guinness, como el que establecieron los 35.985 participantes en la mayor clase de yoga en un mismo espacio, en el centro de Nueva Delhi, durante la celebración del primer Día Internacional.
El país donde nació esta práctica busca ahora que la Unesco la proteja, porque “hoy existe un riesgo de que, como otras muchas tradiciones, se diluya en nuestro mundo globalizado. Por ello, debemos aquí hacer más esfuerzos para resucitar, preservar y promover el conocimiento tradicional”, advirtió Modi en abril en la sede de este organismo en París.
El camino no será fácil, pero el gigante asiático va dando pasos, como el documentar cerca de 1.500 posturas de yoga tradicionales para evitar que alguien las patente con fines comerciales, algo de lo que existen continuos intentos.
El Gobierno indio insiste en que el yoga no debe limitarse a un negocio, aunque mueva unos 8.000 millones de dólares en todo el mundo según varios estudios, sino que es un patrimonio cultural en beneficio de cuerpo y mente.
Por ello también trabaja para que otro organismo de Naciones Unidas, la OMS, incluya al yoga en sus protocolos de salud para todo el mundo y varios ashram colaboran en elaborar estos estándares donde se práctica esta disciplina por todo el planeta.
Por Luis Ángel Reglero
EFE/REPORTAJES