Rodrigo Díaz M.
El informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), publicado recientemente, afirma que el despliegue mundial de tecnologías clave como las energías renovables, los vehículos eléctricos y las bombas de calor está siendo tan rápido que la demanda de carbón, petróleo y gas natural alcanzará su punto máximo en los próximos 10 años.
Según la IEA, esto significa que no se necesitarán nuevos grandes proyectos de extracción de petróleo y gas en ningún lugar del planeta, ni nuevas minas de carbón, ampliaciones de minas o centrales de carbón sin explotar.
“Si el mundo consigue reducir la demanda de fósiles con la rapidez suficiente para alcanzar las emisiones netas cero para el 2050, los nuevos proyectos se enfrentarían a grandes riesgos comerciales”, declaró la AIE.
Con todo, los autores del informe señalaron que, aunque se está produciendo la transición, aún queda mucho por hacer para mantener el calentamiento global dentro del objetivo de 1,5 grados centígrados que la comunidad internacional acordó en la cumbre del clima del 2015 en París.
Según la IEA, aunque 1,5 grados todavía es alcanzable, las vías disponibles para lograrlo se están estrechando. Las emisiones mundiales de dióxido de carbono del sector energético alcanzaron la cifra récord de 37 billones de toneladas en el 2022.
En el 2023, el mundo invertirá la cifra récord de 1,8 billones de dólares en energías limpias, pero la IEA señala que esta cifra deberá ascender a 4,5 billones de dólares a principios de la década del 2030 para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en el 2050.
Según la IEA, para alcanzar los objetivos climáticos globales será necesario adoptar medidas en todos los países, como el aumento de las energías renovables, la mejora de la eficiencia energética, la reducción de las emisiones de metano y el aumento de la electrificación.
Todas estas medidas son posibles gracias a las tecnologías existentes y rentables. Por ejemplo, reducir las emisiones de metano de las operaciones de petróleo y gas natural en un 75% con respecto a los niveles actuales costaría 75 billones de dólares de gasto acumulado hasta el 2030, según estimaciones de la IEA el equivalente a sólo el 2% de los ingresos netos obtenidos por la industria en el 2022.