POR ISMAEL CALA
@CALA
Para crecer en la vida hay que equivocarse, pero en el mundo de la tecnología y las redes sociales, equivocarse puede salir caro. Internet está plagada de historias de personas cuyas vidas se vieron visiblemente afectadas por un comentario o fotografía que, independientemente de sus características, le condenaron al escarnio público.
Pareciera que no se nos está permitida la redención. Todo lo que debemos hacer y publicar debe ser perfecto, las claves para alcanzar el éxito o la libertad financiera, de cómo potenciar nuestra marca personal, cuál es el filtro perfecto para nuestras fotografías o el bailecito de moda.
Todo eso o de lo contrario, significa quedar a merced de los millones de verdugos que vagan en la red buscando una persona en quien descargar sus frustraciones, y que no saben o no quieren medir las consecuencias del abuso emocional que pueden generar en la persona a la que han decidido humillar.
Contamos con un impresionante despliegue tecnológico que nos mantiene informados segundo a segundo de lo que ocurre, pero lo cierto es que los algoritmos aún no son capaces de detectar cuándo se traspasan los límites y se transgrede al otro. No leen emociones.
Entonces, todo lo que publiques en internet, así tenga 10 años o más, un día sin que te lo esperes, podría ser utilizado en tu contra porque la inteligencia artificial es incapaz de saber quién eres y bajo qué contexto hiciste tal comentario.
Es una situación bastante compleja, porque nos hace pensar que las redes sociales están enmarcadas en un presente sin fin, que no importa el momento en el que algo fue publicado porque nadie tiene derecho a ser perdonado por los moralistas del teclado.
Individual y colectivamente debemos aprender a perdonar las tonterías que todos podemos decir en redes. Sin menospreciar el hecho de quien haya cometido un delito de ciberacoso debe aprender a lidiar con las consecuencias de sus actos, es tonto acusar a una persona por un tweet lanzado hace 5 o 10 años atrás, porque todos hemos dicho y hecho cosas no muy inteligentes alguna vez. Tenemos derecho a crecer y evolucionar.
Podríamos ser más felices y vivir en paz, si entendiéramos que vinimos a este mundo a mejorar, no a ser perfectos. ¿Está la tecnología ayudándonos en ello o por el contrario, está permitiendo que se cree un mundo en el que nadie quisiera estar?
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La cultura de la no redención
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