Susana Donan
Según un nuevo informe, la escandalosa falta de existencias sigue siendo uno de los principales factores de la crisis inmobiliaria canadiense, y no parece que la situación vaya a cambiar pronto, ya que la confianza de los constructores de viviendas se encuentra en mínimos históricos.
El último Índice del Mercado de la Vivienda de la Asociación Canadiense de Constructores de Viviendas (CHBA) muestra que crece la preocupación entre los constructores por la salud del sector nacional de la construcción residencial, con un optimismo en picado en medio de un menor ritmo de construcción y una serie de proyectos cancelados en el 2023.
El 36% de los constructores de viviendas esperan que se inicien menos viviendas en el próximo año en comparación con los 12 meses anteriores, según la CHBA, una mala noticia para un panorama nacional que ya muestra que el ritmo de construcción de viviendas está muy por detrás de lo necesario para mantener la asequibilidad.
La confianza de los constructores de viviendas había descendido a 24,6 en la escala de 0 a 100 de la CHBA, la más baja desde que se inició a contabilizar este índice.
Una tormenta perfecta de tasas de interés al alza y costos de construcción elevados ha lastrado las perspectivas de construcción de viviendas en los últimos tiempos, con un descenso de los precios de la madera compensado por el aumento de los costes de otros materiales.
Se prevé que las tasas de interés desciendan en algún momento de este año 2024, pero puede que no lo hagan con la suficiente rapidez.
Expertos opinan que ahora sería el momento de que el gobierno intervenga con una acción decisiva para estimular la construcción y conseguir que los canadienses tengan casa, ya que el objetivo fijado por la Corporación Hipotecaria y de la Vivienda de Canadá (CMHC) de 3,5 millones de unidades de vivienda adicionales para el 2030 actualmente no está ni cerca de poder materializarse.
Entre las recomendaciones de CHBA para el gobierno federal está el aumento del período de amortización de las hipotecas aseguradas a 30 años, una medida que potencialmente podría limitarse únicamente a la nueva construcción para ayudar a incentivar la construcción de viviendas y evitar el sobrecalentamiento de las cosas en el lado de las viviendas existentes.
El aumento a 30 años de las amortizaciones]realmente daría que el comprador primerizo un camino más accesible para ceder al mercado, porque con las altas tasas de interés y la prueba de estrés y todos los demás requerimientos es actualmente muy difícil calificar para una hipoteca.
También debería debatirse la posibilidad de reducir ligeramente la prueba de resistencia y fomentar las hipotecas a más largo plazo, de siete a diez años. El papeleo y la burocracia, por su parte, siguen siendo un obstáculo habitual en el proceso de construcción de viviendas.