Por Raúl A. Pinto.
El Primer Ministro Justin Trudeau llevó a cabo los denominados town hall meetings, donde el jefe de gobierno recibió preguntas que incluyeron su responsabilidad ética tras tomar vacaciones con su familia en el yate del millonario Aga Khan en Bahamas, y los diez millones de dólares en compensación entregados a Omar Khadr.
Personas de todos los estratos sociales, raciales y culturales manifestaron sus inquietudes directamente a Trudeau el pasado martes y miércoles en dos locaciones, la escuela secundaria Sackville High School, en la ciudad de Halifax, provincia de Nova Scotia, y la Universidad McMaster, de Hamilton, Ontario. Ambos días los auditorios de estas instituciones se encontraban con lleno total.
The Globe and Mail reporta que en la primera locación, una mujer, aludiendo al caso Aga Khan, preguntó “que se siente ser el único de todos los Primeros Ministros en haber sido culpable de un crimen federal”. Trudeau, luego de preguntar más detalles sobre esta acusación, la cual no es considerada un crimen, sino una falta ética, contestó que “la comisión consideró que el hecho de haber ido de vacaciones con este amigo de toda la vida causaba conflictos, debido a que la vara ética de nuestro país es muy alta. Yo acepté esta decisión, y es por eso que desde ahora en adelante yo no saldré de vacaciones sin antes revisar mi plan con esta comisión”.
CBC News informó que en Hamilton otra asistente comenzó a interrumpir desde las graderías justo cuando Trudeau respondía una pregunta a otra persona. El Primer Ministro se excusó por unos momentos para oír a la mujer, quien le dijo que él era “una verguenza” por “abrir las fronteras” y por estar de acuerdo en pagar al canadiense Omar Kadhr, quien recibió los diez millones de dólares mencionados y una disculpa pública tras demandar al gobierno Canadiense por no interferir en las torturas recibidas en la prisión de Guantánamo a los 16 años de edad, donde él clama se le obligó a declararse culpable de haber asesinado a un soldado de Estados Unidos en Afganistán, donde se encontraba tras ser llevado por su padre, miembro del grupo terroristas Al-Qaeda.
Trudeau contestó que ella estaba en todo su derecho a estar enojada, comentando que “yo también lo estoy”.
“Quiero que todos ustedes estén furiosos y frustrados que el gobierno canadiense haya tenido que hacer este arreglo. Tómenlo como una lección para el futuro. Ningún gobierno canadiense debería siquiera pensar que está bien permitir a un ciudadano canadiense, sin importar que tan poco popular sea, el ser torturado. Así no es como se hacen las cosas en Canadá,” dijo Trudeau para luego recibir una ovación de la audiencia.
Se espera que estas actividades se repitan a lo largo del año en diferentes ciudades del país.