Rodrigo Díaz M.
Un hombre venerado por millones como el “médico de los pobres” será el primer santo de Venezuela después de que el Papa Francisco aprobara un decreto desde el hospital, donde aún se encuentra recluido.
No se ha fijado una fecha para la canonización del Dr. José Gregorio Hernández, que murió en 1919. El Vaticano, en un comunicado, dijo que el Papa Francisco también decidió convocar una reunión formal de cardenales para fijar las fechas de futuras canonizaciones, pero esta no se programó de inmediato debido a que el pontífice aún se encuentra hospitalizado.
En 1986, el Vaticano declaró a José Gregorio Hernández “venerable”, lo que significa que llevó una vida cristiana ejemplar. Pero para alcanzar la santidad, equipos de médicos, teólogos y cardenales deben aprobar los milagros que se le atribuyen.
José Gregorio Hernández fue finalmente beatificado en abril del 2021 después de que la Iglesia certificara un milagro en el caso de una niña que se recuperó por completo después de recibir un disparo en la cabeza en el 2017.
“El médico de los pobres”, nacido el 26 de octubre de 1864 en la localidad de Isnotu, al oeste de Venezuela, nunca se casó y se graduó como médico en Caracas, la capital de Venezuela, en 1888. Hernández estaba convencido de que la ciencia era una de las principales formas de sacar al país sudamericano de la miseria y llegó a fundar dos instituciones de investigación, además de impartir varias clases en la Universidad Central de Venezuela, la más antigua y grande del país.
Hernández viajó a Europa para estudiar y luego convertirse en monje católico, pero su frágil salud se vio afectada por el clima frío y húmedo de Italia, por lo que regresó a Venezuela para recuperarse y se quedó definitivamente.
El 29 de junio de 1919, Hernández fue atropellado por un coche mientras cruzaba una calle poco después de recoger en una farmacia unos medicamentos para llevárselos a una mujer pobre. Su muerte se produjo al golpearse la cabeza con el borde de una acera. Se estima que unas 20 mil personas participaron en su procesión fúnebre, aproximadamente una cuarta parte de la población de Caracas en ese momento.
Cuando el Papa Juan Pablo II, ahora santo, visitó Venezuela en 1996, recibió una petición firmada por cinco millones de personas (en aquel momento, casi uno de cada cuatro venezolanos) pidiéndole que declarara santo a Hernández.