Rodrigo Díaz M.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, abandonó ayer la carrera por la Casa Blanca del 2024, poniendo fin a su intento de reelección tras un desastroso debate con Donald Trump que sembró dudas sobre la idoneidad del actual mandatario para el cargo a sólo cuatro meses de las elecciones. Ha sido un golpe de efecto sin precedentes en la historia política del país.
El presidente Biden, que tiene la intención de cumplir el resto de su mandato, apoyó rápidamente a la vicepresidenta Kamala Harris para enfrentarse a Trump y animó a su partido a unirse en torno a ella, convirtiéndola en la favorita instantánea del partido para la nominación en su convención de agosto en Chicago.
El anuncio es la última sacudida a una campaña por la Casa Blanca que ambos partidos políticos ven como las elecciones más trascendentales en generaciones, y llega una semana después del intento de asesinato de Trump en un mitin en Pensilvania.
El presunto candidato presidencial de un partido nunca había abandonado la carrera tan cerca de las elecciones. El presidente Lyndon Johnson, asediado por la guerra de Vietnam, anunció en marzo de 1968 que no se presentaría a otro mandato tras las primarias de un solo estado.
La decisión de Biden en julio se produce después de que más de 14 millones de demócratas emitieran votos en su apoyo a través del proceso de primarias.
Harris, en un comunicado, elogió el “acto desinteresado y patriótico” de Biden y dijo que tiene la intención de “ganarse” la nominación de su partido. “Haré todo lo que esté en mis manos para unir al Partido Demócrata y unir a nuestra nación para derrotar a Donald Trump” dijo la vicepresidenta Harris.
La decisión de Biden de retirarse se produjo tras la creciente presión de sus aliados demócratas para que diera un paso al lado tras el debate del 27 de junio, en el que el presidente de 81 años se quedó a medio camino y dio a menudo respuestas sin sentido.
Ahora, los demócratas tienen que tratar urgentemente de dar coherencia al proceso de nominación en cuestión de semanas y convencer a los votantes en un plazo muy corto de que su candidato o canditada puede hacer frente al trabajo y vencer a Trump. Y, por su parte, Trump debe centrar su atención en un nuevo oponente tras años centrando su atención en Biden.
La decisión marca un rápido y sorprendente final para los 52 años de Biden en la política electoral, ya que donantes, legisladores e incluso voluntarios le expresaron sus dudas de que pudiera convencer a los votantes de que podía manejar plausiblemente el trabajo durante otros cuatro años.