La historia se repite. La semana pasada fue en una oficina médica donde me comentó una de las personas que estaba allí que Canadá estaba cambiando por culpa de los Inmigrantes, refiriéndose explícitamente a la inseguridad en la que se vive hoy en día en el país (el ataque de la Van en Toronto, el ataque de la Mezquita en Quebec City y el ataque en el barrio Griego –Dundas en Toronto).
Pero ésta no es la primera ni la única vez donde la frustración, la falta de investigación de un tema o simplemente la pereza de leer el artículo en su totalidad se ve reflejada en el juicio que emitimos, y me incluyo, sobre una situación específica.
Lo curioso de todo esto es ver que somos los inmigrantes los que nos quejamos de los inmigrantes. Normalmente parte de la respuesta a la pregunta de porque escogieron -o escogimos- Canadá, es la multiculturalidad. Para que haya multiculturalidad debe haber ciudadanos de muchas nacionalidades, para que haya ciudadanos de muchas nacionalidades tenemos que tener inmigración, pero cuando tenemos inmigración le echamos la culpa a estos inmigrantes por haber venido a cambiar el país. Como queremos multiculturalidad si no queremos gente con distintos puntos de vista, religiones y colores de piel? Lo que olvidamos en esta ecuación es que nosotros mismos somos inmigrantes y que nosotros mismos generamos un cambio cuando llegamos, y dicho sea de paso, no necesariamente malo.
Si queremos tener el Canadá que admiramos, del que nos enamoramos y decidimos venir a hacer parte, tenemos que dejar de lado los juicios generalizados, respetar la diversidad y hacer parte de ella con orgullo e intencionalmente, tenemos que entender que éste, nuestro país ahora, es nuestro por adopción, pero no por ello somos menos ciudadanos que los nativos canadienses.
Si queremos conservar el Canadá del que nos enamoramos, tenemos que entender que género, nacionalidad, religión, política, orientación sexual y primer idioma no determinan el valor de un ser humano, que estas son simplemente características o intereses que hacen más enriquecedor el ambiente en el que nos desenvolvemos. Que un país, una religión, una cultura o un género no producen terroristas, ni abusadores de derechos humanos ni criminales. Que los refugiados sirios no son la causa de que los patrocinios familiares se estén demorando 12 meses, simplemente porque los refugiados Sirios fueron evaluados y aprobados por un grupo de oficiales del Consejo de Refugiados (IRB) fuera de Canadá. Que los venezolanos que han llegado a Canadá no son responsables de que los procesos de ciudadanía se estén tardando 1 año porque ellos en su gran mayoría están solicitando permisos de estudio o trabajo que se solicitan fuera de Canadá mientras que las solicitudes de ciudadanía se revisan en Ottawa. Que los refugiados que están llegando a Canadá a través de la frontera no son los culpables de que los procesos de residencia por el Expreess Entry se tarden 8 meses, porque ellos son examinados por el IRB no por IRCC (dos departamentos distintos dentro del mismo Ministerio), que los Mexicanos no todos son indocumentados y que los que están indocumentados no necesariamente abusan del sistema. Que ser indocumentado no es un crimen, es una transgresión a una ley migratoria pero que tuvo que haber una razón muy fuerte para que una persona decidiera ceder sus derechos, vivir con miedo y ser objeto de abuso laboral en muchos casos para quedarse indocumentado en un país, porque ser indocumentado no es fácil, no es cómodo y no es barato porque ni siquiera los servicios médicos están cubiertos por el gobierno. Que el indocumentado merece el mismo respeto que cualquier otro ser humano. Que los inmigrantes no somos terroristas ni mucho menos lo son los musulmanes simplemente por la religión que profesan, ni los colombianos los responsables de las drogas que se venden en las calles simplemente porque existió en algún momento de la historia Pablo Escobar.
Que los refugiados no abusan del sistema, que ellos están buscando proteger su vida y lo hacen bajo un programa legitimo dentro de la ley de inmigración a Canadá y que contribuyen tanto con la economía del país como lo hace un trabajar calificado o un inversionista. Que no hay ningún proceso migratorio que sea más prestigioso que otro o que dé mayores derechos bajo la constitución Canadiense y que si decidimos venir a este país buscando seguridad física y económica, respeto, posibilidades de crecimiento profesional y un mejor ambiente para criar a nuestros a hijos, tenemos que ofrecerle eso mismo a nuestro vecino, a quien nos atiende en el café, a quien recoge nuestra basura, al gerente del banco y al rector del colegio de nuestros hijos, de lo contrario los que estamos abusando del sistema somos nosotros mismos.
Hacer crecer a nuestros hijos en un medio de odio, de resentimiento, de antipatía es la decisión que tomamos conscientemente cuando tachamos una etnia, religión, nacionalidad o género de una condición negativa especifica sin detenernos a pensar que los casos son puntuales y fueron Alek Minassian, Alexandre Bissonnett y Faisal Hussain (perpetradores del ataque con la van en Toronto, la Mezquita en Quebec y el atentado en el barrio griego en Toronto respectivamente) los que cometieron los atentados. Todos y cada una de ellos canadienses. Porque Canadienses somos todos los que hemos nacido en este país o los que hemos sido adoptados por él. Minassian, Bissonnett o Hussain podrían perfectamente ser hijos nuestros, tan colombianos, venezolanos, iraníes, mexicanos, sirios, pakistaníes, peruanos o cualquier otra de las 200 nacionalidades que compartimos Canadá como sus padres o abuelos fueran pero tan Canadienses como cualquier otro de los 40 millones que portamos este pasaporte.
Si queremos respeto, tenemos que respetar, si no queremos ser juzgados por los errores de otros no podemos señalar indiscriminadamente, si queremos igualdad tenemos que ofrecerla, si queremos orden tenemos que respetar las normas, si queremos que funcionen los procesos tenemos que aprender a seguir las instrucciones; porque nada afecta más el desempeño de un grupo que la falta de compromiso.
Canadá será en el futuro lo que nosotros mismos hagamos de él hoy, no lo que “los inmigrantes” están haciendo excluyéndonos nosotros de la responsabilidad que tenemos en ello, porque finalmente, así como Canadá somos todos, también todos los canadiense somos inmigrantes, con excepción de los nativos que son los únicos que pueden llamar estas tierras suyas.
Claudia Palacio., RCIC
ICCRC R 416911
*Claudia Palacio es Consultora de Inmigración Certificada y colaboradora de este semanario. Pueden dirigir sus preguntas a [email protected]