La reciente vacuna desarrollada por los Estados Unidos será puesta a prueba por decenas de miles de estadounidenses a partir de esta semana.
Rodrigo Díaz M.
La prueba más grande hasta ahora de una vacuna experimental contra el COVID-19 se puso en marcha a principios de esta semana, con la participación unos 30 mil ciudadanos estadounidenses.
La vacuna, desarrollada por los Institutos Nacionales de Salud y Moderna Inc., iniciará sus pruebas de la fase final de la vacuna que comenzará con voluntarios en varias ciudades de los Estados Unidos.
Pasarán meses antes de que los resultados se divulguen, y no hay garantía de que la vacuna funcione contra el virus que ha matado a unas 650 mil personas en todo el mundo, incluyendo casi 150 mil en los Estados Unidos.
Varias otras vacunas fabricadas por China y por la Universidad británica de Oxford comenzaron a principios de este mes pruebas de fase final más pequeñas en Brasil y otros países muy afectados. Pero los Estados Unidos requieren sus propias pruebas de cualquier vacuna para que pueda ser utilizada en el país.
El estudio final de los Estados Unidos de la vacuna desarrollada en Oxford comenzará en agosto, seguido por otro prototipo de vacuna de Johnson & Johnson en septiembre y otro de Novavax en octubre. Pfizer Inc. planea conducir su propio estudio con otras 30 mil personas este verano.
Los gobiernos de todo el mundo ya están tratando de almacenar millones de dosis de los principales prototipos de vacunas para que las inmunizaciones puedan comenzar inmediatamente si las vacunas obtienen la aprobación requerida. Pero es muy probable que las primeras dosis disponibles se reserven para las personas con mayor riesgo.