Casi 40 millones de personas en el mundo se han contagiado de COVID-19 y más de un millón han fallecido como consecuencia del virus. La mayoría ha superado la enfermedad, pero no es un proceso sencillo. Esta es tan solo una de las tantas historias que nos ha dejado esta pandemia hasta ahora.
Rodrigo Díaz M.
Elizabeth Trujillo se enteró a principios de abril de este año que había contraído COVID-19. Ella fue una de las primeras personas con el virus en Canadá.
Oriunda de Perú y de 62 años de edad, licenciada en administración con una especialización en administración de planeamiento urbano, Elizabeth siempre ha estado muy involucrada con las comunidades donde ha habitado bajo la guianza de una inquebrantable fe en Dios.
Trabajó en la municipalidad de Lima en el área de planificación de la ciudad y en sistemas de información. Aquí contribuyó a desarrollar el primer plan de desarrollo de Lima metropolitana.
Elizabeth también fue presidenta por muchos años de AME Perú, o la Asociación de Mujeres Empresarias de Perú.
En el 2001 llega a Canadá en calidad de refugiada y, en la actualidad, es ciudadana canadiense y trajo a sus dos hijas a Canadá donde ahora ya se han asentado, bendiciéndola con cinco nietos.
“A pesar de que mi inglés no era muy bueno empecé a involúcrame con las bibliotecas públicas de Toronto y luego en más actividades relacionadas con la comunidad hispana”.
Es este interés comunitario lo que la llevó a ocupar cargos en importantes organizaciones dentro de la comunidad hispana en Canadá, como el de presidenta de la Sociedad Peruana de Profesionales y Empresarios de Ontario (2004-2007) y el de directora del Congreso Hispano-canadiense y de la Cámara de Comercio Hispano-canadiense.
De igual manera, Elizabeth se empezó a adentrar en el mundo de la organización de eventos, la prensa y la televisión. Fue propietaria de CD Productions, empresa organizadora de eventos que se dedicaba a traer artistas latinos para shows en Canadá y fue directora del diario de Montreal Alternativa Latina.
Actualmente, trabaja en el área de marketing en el programa de televisión Hispanic Roots, es profesora de computación e internet en la Casa Doña Juana desde el 2012, en el York Hispanic Centre, y directora de capacitación y administración en Agape Development Centre.
“En este momento se encuentran inscritos más de 200 participantes de países latinoamericanos, y de Canadá en los programas de capacitación a través de Agape y Oasis”, explicó Elizabeth.
Los cursos se están realizando virtualmente vía Zoom en este momento, pero antes de que se desencadenara la pandemia del COVID-19, Elizabeth había viajado a varios países a ofrecer dichos servicios de capacitación. El último viaje que hizo Elizabeth fue en enero de este año hacia Lima.
“No sé si me contagié en Lima, en el aeropuerto, en el avión o luego cuando regresé a Canadá, pero me empecé a sentir mal apenas llegué a Canadá, el 11 de marzo”, dijo Elizabeth. “Tenía un dolor en la garganta espantoso, sentía un ardor terrible como si me hubiese tomado un químico muy fuerte”.
“Mi condición fue empeorando y comencé a sentir fiebre el 29 de marzo. El 30 me estaba faltando la respiración un poco, por lo que llamé al 911. Vinieron los paramédicos y me trasladaron al hospital Sunnybrook”.
El COVID-19 era todavía un virus desconocido en Canadá, por lo que los médicos le realizaron todas las pruebas pertinentes a Elizabeth, pero la prueba del COVID-19 tardaría mas tiempo en revelar algún resultado por ser una de las primeras ideadas, por lo que solamente le recetaron amoxicilina para el dolor de garganta y le dijeron que se aislara en casa.
“De pronto, mi casa de convirtió en un hospital”, cuenta Elizabeth. “Fue muy difícil, pero me aislé dentro de un cuarto. A los pocos días me llamaron de Toronto Public Health y les dijeron a mis hijas que yo tenía COVID-19. Ellas trataron de no decirme, pero al final pedí que me dijeran la verdad”.
“Desde aquí empezó mi agonía. Llamaba a Toronto Public Health todos los días para preguntarles que podía tomar, que podía hacer. Mi fiebre seguía oscilando entre los 37 y 40 grados. Mis hijas me daban paracetamol, que me bajaba la fiebre, pero siempre volvía a subir. En esto estuve unas dos semanas”.
Entre otros síntomas que Elizabeth experimentó, además de la fiebre y el dolor de la garganta, estaban: la pérdida del gusto y del olfato, dolores en las articulaciones, dolores de cabeza y bajadas súbitas de la tensión. Curiosamente Elizabeth aseguró que en ningún momento tuvo tos.
“Pasaron las semanas y durante las etapas más difíciles llegué a experimentar falta de aire, como que me ahogaba. Para pasar estos momentos yo siempre estuve agarrada de la mano de Señor. A veces había momentos en los cuales dudaba un poco y el temor me invadía, en esos momentos sentía que me faltaba el aire, me estaba sofocando. Sentía que me estaba muriendo”, dijo Elizabeth.
Las hijas de Elizabeth también se enfermaron con el COVID-19, pero no presentaron síntomas tan graves como los de Elizabeth que, en ocasiones, sentía que ya no aguantaba. Sin embargo, su fe en Dios fue fundamental para superar los momentos más críticos.
“Cuando ya sentía que todo iba a terminar en uno de estos episodios me llegó un mensaje de WhatsApp de una conocida de Perú que decía ‘yo soy aliento de vida, yo soy fuente de agua viva, yo soy la luz del mundo, yo soy el pan de vida dice el señor’”, cuenta Elizabeth.
“Este mensaje me llegó justo cuando me estaba sofocando, la frase ‘yo soy aliento de vida resonó conmigo’. Al mismo tiempo en mi laptop sonaba ‘Tu eres mi respirar’ de Ingrid Rosario. Creo que Dios utilizó estas señales como ángeles salvadores, pues sentí que el Señor me estaba hablando en ese momento, entonces me puse a llorar de la emoción y pude recuperar la calma”.
En otro episodio en el cual Elizabeth sentía un frío extremo y se estaba ahogando, en su laptop sonó “Cuando levanto mis manos” de Samuel Hernández, que parte de la letra dice “cuando levanto mis manos comienzo a sentir el fuego”. Al escuchar la canción Elizabeth volvió a sentir que había un mensaje del Señor impregnando dentro de la misma y comenzó a sentir un calor interior.
“Hubo otro día en el que me cansé muchísimo y me terminé desmayando”, cuenta Elizabeth. “Tuve una visión en la cual hablaba con unas personas sobre estos mensajes del señor, pero no me escuchaban, no me prestaban a atención. Sentí que yo no estaba, no era visible. En ese momento me arrepentí de no poder compartir la palabra de Dios antes de morirme. Pero cuando desperté empecé a recuperarme”.
Elizabeth también logró calmar algunos de los síntomas del COVID-19 con medicamentos basados en la medicina natural, entre estos se encuentran: gárgaras de vinagre mezcladas con agua tibia, una infusión de cúrcuma con miel, consumo de ajo, cebollas jengibre y muchos otros.
“A quien quiera le puedo enviar mi lista de medicinas naturales que elaboré a partir de mi investigación”, dijo Elizabeth.
Sin embargo, explicó que lo que en verdad la ayudó a superar el virus del COVID-19 fue su fe en Dios y la habilidad que mantenerse calmada ante las situaciones más críticas, siempre sometiéndose a la voluntad divina.
“Yo siento que ha sido mi fe la que me ha salvado. Es una bendición enorme que he recibido de Dios de estar viva. Le doy gracias al Señor y a todos los que estaban pendientes de mí, orando y comunicándose conmigo. Ahora soy una persona recuperada, totalmente diferente. Veo la vida de otra manera”.
Y es que esta no es la primera vez que Elizabeth supera una enfermedad mortal.
En el año 2005 le detectaron cáncer en el colon en el mismo hospital Sunnybrook y estuvo en la lista de pacientes terminales en el momento en el que le hicieron una operación quirúrgica de bajas probabilidades de éxito para tratar de removerle el tumor.
“Después de un mes de estar allí me informaron por escrito que el cáncer simplemente había desaparecido de mi cuerpo. Mi médico de familia no se lo podía creer”.
A pesar de haberse recuperado del COVID-19, Elizabeth todavía siente dolores en la espalda, en el pulmón derecho y en las articulaciones. También ha cambiado sus hábitos y no sale tanto como lo hacía antes y toma muchas precauciones cuando tiene que hacerlo.
“A todos les digo que si se contagian habrá un momento en el que se van a recuperar del todo si su confianza está con el Señor”.