La hipertensión arterial y la diabetes son dos importantes factores de riesgo de enfermedad renal crónica, una patología que, en sus distintos grados, afecta aproximadamente a un 10% de la población.
DESTACADOS.
+++ La diabetes es la causa más común de insuficiencia renal y constituye más del 44% de los casos nuevos, según datos del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y del Riñón de Estados Unidos.
+++ Esta entidad precisa que los africano-americanos, los nativo-americanos y los hispanos o latinos padecen diabetes, enfermedad renal crónica e insuficiencia renal, en proporciones mayores que los caucásicos.
+++ “La hipertensión arterial y la diabetes son las principales causas que llevan a los pacientes a necesitar tratamiento sustitutivo renal con diálisis o trasplante”, señalan los nefrólogos Manuel Gorostidi y Rafael Santamaría.
El 12 de marzo es el Día Mundial del Riñón bajo el lema “salud renal para todos”. Esta iniciativa, promovida por Sociedad Internacional de Nefrología y la Federación Internacional de Fundaciones Renales, celebra este año su décimo aniversario.
El objetivo es concienciar sobre la importancia de los riñones y reducir la frecuencia e impacto de la enfermedad renal y sus problemas asociados.
“La diabetes y la hipertensión, sumadas al envejecimiento, son los principales factores de riesgo para desarrollar enfermedad renal crónica, que afecta a uno de cada diez adultos en el mundo”, detalla la Organización Mundial de la Salud. La enfermedad renal crónica supone una pérdida progresiva de la función de los riñones.
Los especialistas de la Fundación Nacional del Riñón de Estados Unidos explican que los riñones tienen distintos cometidos, como eliminar de la sangre los productos de desecho, equilibrar los fluidos corporales, liberar hormonas que regulan la presión sanguínea o controlar la producción de glóbulos rojos, entre otras.
“En una etapa inicial, la enfermedad renal crónica no presenta síntomas y puede ser tratada. Pero en etapas más avanzadas la persona afectada puede necesitar diálisis y hasta un trasplante de riñón”, detalla la Organización Mundial de la Salud.
24 MILLONES DE DIABÉTICOS EN ESTADOS UNIDOS.
La diabetes es la causa más común de insuficiencia renal y constituye más del 44% de los casos nuevos, según datos del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y del Riñón de Estados Unidos.
Esta entidad refleja que hay cerca de 24 millones de personas con diabetes en Estados Unidos y más de 180.000 de ellas padecen insuficiencia renal como consecuencia de la diabetes.
Asimismo, el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y del Riñón precisa que los africano-americanos, los nativo-americanos y los hispanos o latinos padecen diabetes, enfermedad renal crónica e insuficiencia renal, en proporciones mayores que los caucásicos.
Además de la diabetes, otro destacado factor de riesgo de enfermedad renal es la hipertensión. En este sentido, los especialistas de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos señalan que los riñones desempeñan un papel clave para mantener la presión arterial dentro de los límites saludables y, a su vez, la presión arterial puede afectar a la salud de los riñones.
“La presión arterial alta, también llamada hipertensión, puede dañar los riñones y provocar enfermedad renal crónica”, añaden.
La hipertensión arterial es una enfermedad muy común en todo el mundo que afecta “a más del 20% de los adultos de entre 40 y 65 años y casi al 50% de las personas de más de 65 años”, expone la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial.
“La presión arterial mide la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de los vasos sanguíneos. El exceso de líquido en el cuerpo incrementa la cantidad de líquido en los vasos sanguíneos y hace que la presión arterial aumente. Los vasos sanguíneos estrechos, duros u obstruidos también aumentan la presión arterial”, detallan los especialistas del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y del Riñón.
Asimismo, indican desde esta entidad que la presión arterial alta hace que el corazón trabaje más y, con el tiempo, esto puede afectar a los vasos sanguíneos.
“Si los vasos sanguíneos de los riñones se dañan, es posible que dejen de eliminar los desechos y el exceso de líquido del cuerpo. Entonces, este aumento en demasía de líquido de los vasos sanguíneos puede hacer aumentar aún más la presión arterial, lo que constituye un ciclo peligroso”, advierten.
En este sentido, destacan que cada año la presión arterial alta origina más de 25.000 nuevos casos de insuficiencia renal en Estados Unidos.
De hecho, en la actualidad, “la hipertensión arterial y la diabetes son las principales causas que llevan a los pacientes a necesitar tratamiento sustitutivo renal con diálisis o trasplante”, expresan Manuel Gorostidi, del Área de Gestión Clínica de Nefrología del Hospital Universitario Central de Asturias de Oviedo (España) y Rafael Santamaría, de la Unidad de Gestión Clínica de Nefrología del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba (España).
Ambos doctores manifiestan que esta situación aumentará en los próximos años ya que “debido a la creciente prevalencia de la obesidad en nuestra sociedad y su estrecha relación con el desarrollo de la hipertensión arterial y la diabetes, estos serán problemas aún de mayor relevancia en un futuro no muy lejano”.
Del mismo modo, expresan que tanto la hipertensión arterial como la diabetes condicionan el pronóstico de los pacientes en cualquier fase de la enfermedad renal, ya sea antes de entrar en diálisis o durante el periodo de tratamiento con diálisis o trasplante renal.
Por lo tanto, “una de las estrategias más rentables para reducir la incidencia de pacientes que precisan diálisis o trasplante renal pasa por manejar adecuadamente la hipertensión arterial y la diabetes”, subrayan.
Los doctores Santamaría y Gorostidi precisan que un adecuado manejo de estas patologías “se basa en un diagnóstico correcto y precoz, así como en la instauración de un tratamiento preciso que permita controlar la presión arterial y la glucemia con la menor interferencia posible en la calidad de vida del paciente”.
Por Purificación León.
EFE-REPORTAJES