El famoso cuadro “La habitación azul” de Pablo Picasso tiene todas las claves para elegir los colores de los cuartos infantiles.
La creatividad no tiene sitio en el armario, su lugar está en las estanterías.
Dormir en las alturas de una litera ayuda a dejar volar la imaginación de los más pequeños de la casa.
La imaginación y la creatividad son dos de las cualidades más características de la infancia y, además de ser las responsables de horas y horas de juegos, son fundamentales para que los niños desarrollen correctamente la capacidad analítica y de resolución de problemas.
Para entrenar estas aptitudes, los padres suelen recurrir a clases extraescolares relacionadas con arte, sin embargo, el mejor lugar para educar la imaginación de los niños parece estar dentro de casa, en sus propias habitaciones que, siguiendo una serie de pautas, se pueden convertir en cuartos donde estética y estimulación van de la mano.
JUGAR, ESTUDIAR Y SOÑAR EN COLORES.
Una de las primeras decisiones importantes a la hora de decorar el cuarto de los niños es el color de las paredes, una duda que acecha a los padres desde antes del nacimiento de los pequeños y que suele resolverse con tonos pastel, como el azul bebé, el rosa palo o un tono vainilla suave.
Sin embargo, no todos tienen el mismo valor en lo que a psicología del color se refiere, y es que algunos estudios de cromoterapia, como uno realizado en la Universidad de Columbia Británica (Vancouver) indican que el azul es el tono más apropiado para los cuartos de los hijos, ya se trate de niños pequeños o de adolescentes.
Entre sus propiedades, destacan que favorece la concentración, indispensable para los estudios, e indican que aporta paz y tranquilidad, fundamentales para aquellas habitaciones que combinan el área de trabajo, la de juegos, y la de descanso.
A pesar de sus beneficios, el mismo estudio indica que una paleta azul no es suficiente estímulo para los niños, que necesitan, además, toques de rojo y blanco, buenos para la memoria y la armonía, respectivamente.
Así, un espacio en el que predominen el azul y el blanco, aderezado con detalles rojos, parece ser la mejor opción para un cuarto infantil y es que, además, estos tonos son idóneos para adaptar fácilmente la decoración a las distintas edades de los hijos.
Por último, en una habitación creativa no pueden faltar elementos que inciten, precisamente, a crear, y en lo que a paredes respecta, no hay nada como la pintura con acabado de pizarra, que se aplica en las paredes lisas como cualquier otro barniz, para que los niños puedan pintar con tiza, eliminándola fácilmente con un trapo húmedo.
MUEBLES DESPEJADOS PARA MENTES ABIERTAS.
Armarios, cajas cerradas y cómodas herméticas son algunos de los muebles más comunes en los cuartos de los niños, prueba del afán paternal por mantener el desorden a raya y los juguetes en su sitio.
A pesar de las buenas intenciones, los muebles abiertos parecen ser la opción más recomendable, especialmente las estanterías y las vitrinas, ya que permiten ver los juegos y libros, lo cual supone otra fuente de estímulos para los niños.
Este mobiliario, además de ser divertido, también es una ayuda para mantener el orden, que debe estar presente en los cuartos infantiles, ya que un espacio equilibrado, armonioso y limpio evita distracciones y permite pensar con más claridad, lo cual también favorece ser imaginativo y tener ideas nuevas.
La dificultad reside en encontrar muebles que permitan tener la habitación bajo control, sin coartar la creatividad infantil, a la que también contribuyen los elementos con formas imaginativas, como animales o naturaleza, que es muy fácil introducir, por ejemplo, con cestas donde recoger los juguetes.
CREAR SOÑANDO.
La cama es uno de los lugares más importantes del cuarto de los niños, su espacio para soñar y recargar las pilas después de largas jornadas de aprendizaje y creación.
Por ello, elegir un colchón y una almohada no es suficiente, sino que también hay que cuidar su decoración y su entorno, de modo que contribuya al ambiente creativo de la habitación y que estar en ella sea tan divertido como jugar.
Una de las formas más efectivas para lograrlo es sustituir el tradicional nido por una litera, que resulta más atractiva y es toda una fuente de imaginación, perfecta para que los niños la integren en sus juegos, además de aportarles sensación de privacidad e independencia.
Hacer que se sientan en su propio espacio, y no en un lugar donde pueden estar bajo la vigilancia paternal, es muy importante para que desarrollen su identidad, algo que, en lo que a camas respecta, se puede conseguir con doseles o cortinas.
Por encima de todo, se debe perder el miedo a que los niños participen en la decoración de su cuarto, ya que darles la libertad de elegir sus muebles hace que sean más conscientes de la responsabilidad que tienen a la hora de mantener la habitación limpia y cuidada.