Rodrigo Díaz M.
La guerra en Ucrania vuelve a poner de relieve el enorme papel que desempeña Rusia en los mercados mundiales del petróleo y el gas, ya que el conflicto ha hecho que los precios de la energía se disparen.
Muchos expertos afirman que los nuevos esfuerzos de Europa y otros actores mundiales para acelerar la descarbonización, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a través de fuentes de baja emisión de carbono, podrían tener el beneficio combinado de reducir la influencia de Rusia en el sector energético mundial y de bajar los precios de la calefacción y el combustible para los consumidores en todo el mundo.
La invasión rusa de Ucrania ha disparado los precios del petróleo y el gas, ya que el país del este de Europa es un proveedor fundamental de gas natural para Europa y envía petróleo a los mercados mundiales. La economía rusa también está estrechamente vinculada a sus exportaciones de energía.
Las sanciones dirigidas al sector han sido una parte clave de los intentos de occidente por frenar los esfuerzos bélicos del presidente Vladimir Putin.
La Comisión Europea publicó sus planes para reducir la dependencia de la UE del gas ruso en dos tercios este año y poner fin a su dependencia del suministro ruso del combustible “mucho antes de 2030”. El bloque depende de Rusia para el 40% de su gas natural y una cuarta parte de sus importaciones de petróleo.
“La respuesta a esta preocupación por nuestra seguridad pasa por las energías renovables y la diversificación del suministro”, dijo el jefe de la política climática de la UE, Frans Timmermans. “Es difícil, muy difícil. Pero es posible”.
Estados Unidos también anunció sus planes de cortar sus importaciones de petróleo y gas de Rusia, tras una medida similar adoptada por Canadá la semana pasada, aunque ninguno de los dos países es un gran socio comercial de crudo con Rusia. El Reino Unido ha hecho una promesa similar de cortar las importaciones de petróleo ruso para finales de año.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, subrayó durante su anuncio que el abandono de la dependencia energética rusa, y de los combustibles fósiles en general, es clave para la seguridad mundial en el futuro.
Sin embargo, advirtió a los consumidores que una mayor limitación del suministro de petróleo hará que los precios de los combustibles suban a corto plazo.
Pero, mientras las economías mundiales funcionen con petróleo y gas, los expertos dicen que los precios en alza en los surtidores y en los sistemas de calefacción de los hogares serán algo normal.
En cambio, las energías renovables, como la solar o la eólica, están más distribuidas y la tecnología ha madurado hasta el punto de que su construcción es más rentable que la de los gasoductos y oleoductos adicionales.
Acelerar la descarbonización es un paso fundamental para reducir la vulnerabilidad de las naciones no sólo a conflictos armados como éste, sino también a la inestabilidad climática.
En el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, publicado apenas unos días después de que Rusia invadiera Ucrania, se afirma que se está cerrando rápidamente la posibilidad de que la humanidad realice una transición asequible hacia un futuro sin contaminación y mantenga el aumento de la temperatura global por debajo del umbral crítico.
Ahora, en lugar de dejar la cuestión del clima en un segundo plano mientras se abordan las preocupaciones urgentes en Ucrania, la transición energética mundial se ha puesto en primer plano; no sólo como un elemento clave de la guerra, sino también como una posible solución a ésta y a futuros conflictos.
La guerra en Ucrania pueda ser el impulso que los actores mundiales necesitan para una transición más agresiva hacia un futuro pacífico y descarbonizado.