Rodrigo Díaz M.
Bernardo Arévalo se juramentó a primera hora del lunes en su cargo como nuevo presidente de Guatemala.
Muchos dudaban de que llegara el día, ya que poderosos intereses se alinearon contra su campaña anticorrupción y las autoridades lanzaron varios desafíos legales contra él y su partido.
Arévalo es ahora presidente, pero esas disputas continuarán y, con escaso apoyo en el Congreso, tendrá dificultades para llevar a cabo los profundos cambios en el gobierno y la sociedad guatemaltecos que alimentaron su apoyo y una sorprendente victoria electoral.
Se le considera un político moderado con experiencia en la resolución de conflictos, aptitudes que deberían serle útiles en la actual polarización de Guatemala.
Arévalo es el hijo de 65 años del ex presidente guatemalteco Juan José Arévalo. A Arévalo se le atribuye el mérito de haber implantado protecciones fundamentales para los trabajadores y espacios para la población indígena del país.
Bernardo Arévalo nació en Uruguay, donde su padre se exilió tras el derrocamiento en 1954, mediante un golpe de Estado apoyado por la CIA, de su sucesor, el presidente Jacobo Árbenz, a quien Estados Unidos consideraba una amenaza durante la Guerra Fría.
Llegó a Guatemala siendo un adolescente antes de marcharse de nuevo para continuar sus estudios en el extranjero. Arévalo estudió sociología y antropología en Israel y los Países Bajos, fue embajador de Guatemala en España y durante años trabajó en Ginebra para la organización no gubernamental Interpeace.
Allí desempeñó diversas funciones, pero una de sus contribuciones fue ser pionero de la labor de consolidación de la paz de la organización en América Central.
Arévalo regresó a Guatemala y acabó formando parte de la fundación del partido Movimiento Semilla. Quienes lo conocen dicen que Arévalo es un moderado político, aunque en el distorsionado espectro político guatemalteco fue pintado por sus opositores como un izquierdista radical. Fue electo al Congreso en 2019 por el partido Movimiento Semilla que eventualmente lo llevó a la presidencia.
Tras su segundo lugar en la primera ronda de votación en junio pasado, Arévalo parecía tan sorprendido como todos los demás.
No figuraba entre la media docena de candidatos más votados antes de las elecciones, pero su mensaje de cambio, lucha contra la corrupción y optimismo sobre el potencial de Guatemala resonó entre una parte de la población descontenta.
Actualmente Guatemala tiene profundos problemas estructurales. La intensa pobreza y la falta de oportunidades de empleo siguen empujando a un elevado número de guatemaltecos a emigrar a Estados Unidos. Los más pobres son también los más vulnerables a la intensificación de los ciclos de sequía e inundaciones, agravados por el cambio climático.