Los jóvenes son el futuro, sin lugar a duda, pero cuando se trata de inmigrantes, esos jóvenes, miembros de la segunda o tercera generación de inmigrantes, juegan un papel aún más importante, sobre todo de cara a la conservación de nuestras raíces culturales.
Por Francisco Reyes
TORONTO. “El futuro de Casa Maíz está centrado en los niños que participan en los proyectos de Semillas Latinas”, aseguró Luis Rojas, director de esa institución cultural, en la clausura el pasado sábado del Campamento Infantil de Verano 2017.
Frente a un nutrido grupo de espectadores, compuesto principalmente por padres, madres y familiares de los niños que compartieron experiencias artísticas y de relaciones humanas, Luis Rojas agregó que el equipo de profesores y facilitadores del campamento se sentía completamente satisfecho por las labores realizadas este año y que constituían un reto para el futuro inmediato de Semillas Latinas.
Más de una docena de menores pertenecientes a las diferentes comunidades hispano-latinas de Toronto expusieron en escena los frutos cosechados durante las tres semanas del campamento en Casa Maíz, en una amalgama de música, danza, pintura mural, representación teatral y un video de cine en el que los niños participaron como actores y productores.
Las representaciones infantiles exhibidas en escena demostraron que los niños tienen el talento y la destreza para incursionar en las diferentes manifestaciones del arte, siempre que sean guiados en un proceso de perfeccionamiento de sus habilidades.
El campamento de verano 2017, patrocinado por la firma de abogados Carranza LLP y Toronto Arts Council, tuvo la peculiaridad de incluir en las clases de música una especie de fusión de latin jazz ejecutada por los niños por medio de tambores, guitarras, banyos, teclados electrónicos y otros instrumentos menores, que arrancaron los aplausos de los espectadores.
Los niños, cuyas edades oscilan entre los 4 y los 12 años, tenían seguridad en sí mismos al desfilar por el escenario de Casa Maíz, lo que reflejaba que los conductores del campamento son no solamente artistas, sino también verdaderos profesionales y pedagogos dedicados a ayudarles en su desarrollo integral.
Martina Díaz, de 12 años y descendiente de padres uruguayos, con unos seis años participando en el campamento, declaró a este medio de prensa que “es un campamento muy divertido con niños de todas las edades y de diferentes culturas, en el que demostramos que podemos aprender mucho sobre artes”.
Para Isaac Celis, el campamento “fue muy bonito porque todo el mundo es muy generoso y abierto con otras personas, incluyendo a los profesores”.
Alexa Esguerra, otra de las participantes, fue mucho más lacónica al hablar de su experiencia: “Me gustó todo, todo”.
Los talleres interdisciplinarios de Semillas Latinas se ofrecen cada verano para los niños de diferentes edades y culturas, residentes en Toronto. Sus organizadores buscan dar al campamento el carácter de permanencia en las comunidades hispano-latinas de esta ciudad.
Al final del campamento, durante un entretenido acto de clausura, cada uno de los integrantes del campamento recibió certificado de participación.