Rodrigo Díaz M.
Las operaciones de limpieza de nieve de Toronto se vieron afectadas por la escasez de equipos y personal, así como por un complicado despliegue de GPS que inicialmente impidió el seguimiento de cientos de vehículos, según un informe del auditor general de la ciudad.
Tres informes distintos, dos de ellos de la auditora Tara Anderson, plantean serias dudas sobre el modo en que los contratos municipales, de casi 1.5 billones de dólares a lo largo de la próxima década, fueron adjudicados en su mayor parte a dos empresas y a su empresa conjunta, así como sobre el modo en que el personal de transportes responsable de ellos supervisa el trabajo.
Mientras tanto, un informe de desviaciones de explotación muestra que la ciudad gastó 26,4 millones de dólares más de lo previsto en limpiar la nieve este invierno y el auditor deja claro que, debido a los problemas con la instalación de GPS y las malas prácticas de rendición de cuentas, no hay manera de asegurar que la ciudad recibió el trabajo que pagó.
El invierno pasado fue el primero de un nuevo sistema por el que dos empresas y su empresa conjunta se encargan de limpiar la nieve en Toronto, salvo en la zona de Willowdale, la Don Valley Parkway y la Gardiner Expressway.
El auditor general examinó la adjudicación de ese contrato y descubrió que, aunque “en general se desarrolló de acuerdo con las normas”, la gestión municipal creó un proceso complejo y confuso que generó presiones de tiempo que, a su vez, supusieron un riesgo para la seguridad de los habitantes de Toronto.
En Toronto, los contratistas privados se encargan de la mayor parte del trabajo de limpieza de nieve, incluidos 5.780 kilómetros de carreteras, 7.400 kilómetros de aceras y 770 kilómetros de carriles de bicicleta y senderos principales.
El principal trabajo del personal interno es arar las aceras: 1.460 kilómetros en total.
Este invierno no ha sido tan duro como el del 2022, pero el personal municipal afirma en un informe de variación operativa que ha sido peor que el de años anteriores. Como resultado, el Ayuntamiento gastó 26,4 millones más de lo previsto.
Cuando se firmaron los nuevos contratos de invierno, se dijo a los concejales que podrían ahorrar 41 millones de dólares al año.
El primer año de trabajo con el nuevo contratista tuvo un comienzo difícil.
A pesar de las claras señales de advertencia de que la ruptura de las líneas de suministro por la pandemia del COVID-19 sería un problema, la ciudad expresó su confianza en que el contratista podría conseguir los vehículos que necesitaba.
Pero la lucha era real, constató el auditor, señalando que la ciudad también tenía problemas para adquirir maquinaria.
Por ello, la prioridad del departamento de transporte municipal el invierno pasado fue trabajar con los contratistas para “garantizar que los equipos de salado y limpieza de nieve estuvieran listos y disponibles”.
Eso incluyó permitir que las empresas utilizaran maquinaria que no era la que se exigía en el contrato original.
A pesar de eso, la ciudad puede haber pagado de más en lo que se llama la tarifa diaria – básicamente el número de máquinas estacionadas en un depósito y listo para ir.
Según el informe, la tarifa diaria es el factor que más influye en los costos, ya que representa casi el 80% del coste del contrato.
Basándose en los registros del personal, prosigue, los servicios de transporte gastaron casi 26 millones de dólares en pagos de tarifas diarias por equipos en los que algunas de las “condiciones expresas del contrato no se cumplieron totalmente”.
Según el auditor, puede que esos 26 millones no sean un pago excesivo, pero sin documentación apropiada la ciudad no puede estar segura por completo de esto.