Rodrigo Díaz M.
Finlandia se unió la semana pasada a la alianza militar de la OTAN en lo que se considera un duro golpe a Rusia, su vecino que el año pasado inició una guerra no provocada con la nación fronteriza Ucrania.
Esa invasión del 24 de febrero del 2022 fue lo que llevó a Finlandia y Suecia a presentar solicitudes formales de adhesión a la alianza, cuyo tratado fundacional contiene una cláusula según la cual un ataque a un miembro se considera un ataque a todos.
La adhesión del país nórdico, ahora la nación número 31 miembro de la OTAN, duplica la longitud de las fronteras de Rusia con los miembros de la mayor alianza de seguridad del mundo y representa un cambio importante en el panorama de la seguridad en Europa.
Finlandia adoptó la neutralidad tras su conflicto con los soviéticos en la Segunda Guerra Mundial, pero sus dirigentes señalaron que querían ingresar en la OTAN apenas unos meses después de que la invasión de Ucrania orquestada por el presidente ruso Vladimir Putin asustara a los vecinos de Moscú.
La decisión se considera un golpe estratégico y político para Putin, que lleva mucho tiempo quejándose de la expansión de la OTAN hacia Rusia y en parte la utilizó como justificación para su invasión de Ucrania.
Rusia advirtió de que se vería obligada a tomar “represalias” para hacer frente a lo que calificó de amenazas a la seguridad creadas por la adhesión de Finlandia. También había advertido de que reforzaría sus fuerzas cerca de Finlandia si la OTAN enviaba tropas o equipos adicionales a la nación. La alianza afirma que no supone ninguna amenaza para Moscú.
La vecina Suecia, que ha evitado las alianzas militares durante más de 200 años, también ha presentado su solicitud, pero las objeciones de Turquía y Hungría, miembros de la OTAN, han retrasado el proceso.
Turquía ha dicho que Estocolmo alberga a miembros de lo que Ankara considera grupos terroristas, una acusación que Suecia niega, y ha exigido su extradición como paso previo a la ratificación de la adhesión sueca.
Hungría alega agravios por las críticas al historial del primer ministro Viktor Orban en materia de democracia y Estado de derecho. Diplomáticos de la OTAN han dicho que esperan que Budapest apruebe la candidatura sueca si ve que Turquía se mueve en ese sentido.