El 24 de noviembre, en la sala de exhibiciones del Northrop Frye Hall de la Universidad de Toronto, y a modo de celebración del Día Internacional por la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, se produjo la confluencia de varios factores que, en cualquier otro momento, pudieron haber estado desconectados.
De nuestra redacción
TORONTO. Esos factores fueron: el multipremiado film guatemalteco Ixcanul (Volcán), un programa de promoción del diálogo intergeneracional, jóvenes que estudian nuestro idioma en la UofT, estudiantes secundarios de origen latinoamericano, y adultos mayores de habla hispana.
Ixcanul, una película hablada en kaqchikel (uno de los dialectos mayas que se hablan en la región fronteriza con México) y exhibida por primera vez en Septiembre de este año en el Toronto International Film Festival y en Octubre en el Latinoamerican Film Festival,
tiene algunas rarísimas virtudes.
Una de ellas es la de presentar una historia de desentendimiento familiar en un contexto de exclusión extrema pero que, sin embargo, se transforma en una intensa demostración de comprensión y amor materno-filial. Otra, es la de ofrecernos, a los espectadores que miramos esa historia desde un mundo aparentemente muy diferente, la oportunidad de reconocernos y reflexionar acerca de nosotros mismos.
Una tercera virtud es la de presentar una multitud de temas tan difíciles de abordar como pobreza, marginación absoluta, falta de diálogo entre generaciones, desesperación, relaciones absolutamente desiguales, abuso de sustancias, embarazo adolescente, emigración, o tráfico de bebés, de modo amable y con una maestría tal que, hasta el final, imprevisible y amargo, está pleno de silenciosa fortaleza y dignidad innegable.
Vidas que Cuentan, el programa de promoción del diálogo intergeneracional que lleva adelante la organización Latin@s en Toronto, planteó esta última actividad de su ciclo 2016 como un Cine Foro que permitió no solamente que más de 130 personas presenciaran gratuitamente esta producción guatemalteco-francesa del director Jairo Bustamante en una sala universitaria acogedora y apropiada, sino que abrió la posibilidad de que varias decenas de ellas permanecieran luego, a lo largo de dos horas, compartiendo las reflexiones que el film les había generado.
Trabajadoras sociales, activistas comunitarios, profesionales de la salud, estudiantes, periodistas, voluntarios y voluntarias de varias organizaciones y servicios, intercambiaron opiniones y compartieron experiencias de vida, tomando como ejes vertebradores del debate algunos de los temas centrales de Ixcanul que -a pesar de que la historia transcurre en una plantación de café en la falda de un volcán cercano a la frontera de Guatemala con México- nos son más que familiares: la sujeción de las mujeres a roles subordinados, los estereotipos que las transforman en personas de segunda categoría cuya voluntad no tiene por qué ser tenida en cuenta, las situaciones que llevan a que las adolescentes busquen, a través de relaciones sexuales tempranas, liberarse de situaciones sociales y familiares que no soportan más, los embarazos no deseados, la necesidad de emigrar y los desafíos que eso supone, el poder devastador que unas personas pueden tener sobre otras, el valor del cariño y los cuidados, el amor a la vida.
El foro de discusión se continuó y enriqueció, además, con la presencia de una figura relevante de nuestra comunidad, la psicóloga Eva Zaphir, que con sus 74 años de vida y con más de 50 años de permanencia en Canadá, disertó acerca de la violencia y el abuso sexual desde una perspectiva feminista sólida y comprometida a partir de la cual advirtió acerca del riesgo de que los logros obtenidos en términos de derechos e igualdad a partir de los años 60 y 70, se pueden perder si las nuevas generaciones no comprenden que deben cuidarlos, asentarlos y expandirlos con su propio esfuerzo y su propio compromiso vital.