Rodrigo Díaz M.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, fue reelegido el domingo, extendiendo su mandato cada vez más autoritario a una tercera década, mientras el país se tambalea por la alta inflación y las secuelas de un terremoto que arrasó ciudades enteras.
Un tercer mandato da a Erdogan, un populista polarizador, una mano aún más fuerte a nivel nacional e internacional, y los resultados de las elecciones tendrán implicaciones mucho más allá de la capital de Ankara. Turquía se encuentra en la encrucijada de Europa y Asia, y desempeña un papel clave en la OTAN.
Con más del 99% de las urnas abiertas, los resultados oficiosos de las agencias de noticias rivales mostraban a Erdogan con el 52% de los votos, frente al 48% de su contrincante, Kemal Kilicdaroglu. El jefe de la junta electoral turca confirmó la victoria, afirmando que incluso después de contabilizar los votos pendientes, el resultado era otro mandato para Erdogan.
En dos discursos, uno en Estambul y otro en Ankara, Erdogan agradeció a la nación que le confiara la presidencia durante cinco años más, ridiculizó a su contrincante por su derrota y dijo que las divisiones de las elecciones habían terminado, pero siguió arremetiendo contra su oponente y contra el ex colíder del partido pro kurdo, encarcelado desde hace años por presuntos vínculos con el terrorismo.
Kilicdaroglu hizo campaña prometiendo invertir el retroceso democrático de Erdogan, restaurar la economía volviendo a políticas más convencionales y mejorar los lazos con Occidente. Dijo que las elecciones habían sido “las más injustas de la historia”, con todos los recursos del Estado movilizados en favor de Erdogan.
“Seguiremos al frente de esta lucha hasta que la democracia real llegue a nuestro país”, dijo en Ankara. Dio las gracias a los más de 25 millones de personas que le votaron y les pidió que “sigan erguidos”.
El pueblo ha demostrado su voluntad de “cambiar un gobierno autoritario a pesar de todas las presiones”, dijo.
Los partidarios de Erdogan salieron a la calle para celebrarlo, ondeando banderas turcas o del partido gobernante, haciendo sonar las bocinas de los coches y coreando su nombre. En varios barrios de Estambul se oyeron disparos de celebración.
El gobierno de Erdogan vetó el ingreso de Suecia en la OTAN y adquirió sistemas de defensa antimisiles rusos, lo que llevó a Estados Unidos a excluir a Turquía de un proyecto de aviones de combate liderado por Estados Unidos. Pero Turquía también ayudó a negociar un acuerdo crucial que permitió los envíos de grano ucraniano y evitó una crisis alimentaria mundial.
Erdogan, que lleva 20 años al frente de Turquía, se quedó a las puertas de la victoria en la primera vuelta de las elecciones del 14 de mayo. Era la primera vez que no ganaba unas elecciones, pero el domingo se resarció.
Los líderes mundiales, entre ellos el presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, cuyos países están en guerra en Ucrania, felicitaron a Erdogan.