Por Francisco Reyes
TORONTO. Recientemente fue inaugurada en esta ciudad School4Civic, institución de educación cívica y formación de líderes políticos, creada por el Consejo Canadiense de la Herencia Hispana (HCHC), en asociación con el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Toronto y del Centro para Gente de Habla Hispana.
Si bien es cierto que otras organizaciones habían realizado talleres similares efímeros, no menos cierto es que las experiencias de años atrás han servido de base para que esta iniciativa del HCHC se vislumbre con carácter de permanencia y perspectivas claras hacia el futuro.
Además de la formación de dirigentes, School4Civic persigue que potenciales líderes políticos hispano-latinoamericanos, en un futuro no muy lejano, lancen candidaturas para que podamos tener mayor representación en los niveles de gobierno (federal, provincial y municipal) como han logrado otras comunidades de inmigrantes, entre ellas, la italiana.
Una muestra indiscutible de esto último es la actual presidencia interina del Partido Conservador de Ontario, en manos de Vic Fideli, de ascendencia italiana, quien se hizo cargo de esa organización política tras la renuncia sorpresiva de Patrick Brown, hasta principio de febrero líder del partido y candidato a premier para las próximas elecciones provinciales, el 7 de junio. Esto se resume en tener objetivos específicos y ser constante para llegar a ocupar posiciones políticas que redundan en la representatividad de su comunidad de origen en la sociedad canadiense.
Si miramos veinte años atrás la inmigración hispano-latinoamericana en Toronto, caracterizada por la dispersión, nos daremos cuenta de la poca participación en las organizaciones comunitarias y la escasa vinculación con la vida política de este país.
Probablemente por desconocer la importancia del trabajo voluntario en esta sociedad y por no tener idea de cómo funciona el sistema político canadiense. Con excepción de algunas organizaciones que fueron fundadas por exiliados que llegaron en las décadas de 1970 y 1980, con la finalidad de denunciar los atropellos cometidos por las dictaduras militares de América Latina y poner fin a esta clase de regímenes opresores, pero no con el objetivo de participar en la vida política de Canadá. El tiempo y las necesidades marcaron otro rumbo.
El inmigrante común se enfoca en la búsqueda de un empleo estable para resolver sus problemas económicos, alejado del quehacer político, por razones que se comprenden.
Sin embargo, esa actitud va cambiando en la medida en que muchos logran formarse en centros académicos para ascender en los niveles social y político. El crecimiento se nota entre los hispano-latinoamericanos, pero aún falta mucho para tener amplia representación en los organismos de decisiones políticas.
Consciente del rezago, el HCHC ha dado en el punto clave al crear esa institución educativa. Aun cuando los futuros líderes no lancen candidaturas, podrían participar en juntas directivas o en equipos de campañas políticas al lado de candidatos no hispanos preocupados por nuestro futuro en este país.
En las primeras tres secciones de School4Civic, inaugurada el pasado 15 de febrero, han sorprendido el interés y la puntualidad de los participantes en el programa, que tiene una duración de ocho semanas. Algunos han admitido total desconocimiento del sistema político canadiense, con la expectativa de que el curso llene ese vacío.
Esta iniciativa del HCHC ha sido bien recibida por muchos miembros de nuestras comunidades locales, al extremo de que la información sobre dicho curso se ha difundido ampliamente en las redes sociales, como hemos podido comprobar. Sabemos que hay cupo limitado para 25 a 30 personas por curso, pero tal vez el número de solicitantes haya sido mayor.
Obviamente, los frutos de School4Civic no se verán de inmediato. Sin embargo, en la medida en que se desarrollen los procesos políticos canadienses, es muy probable que los graduados se inserten en ellos.
De seguro que los logros desembocarán en algún movimiento cívico hispano-latinoamericano con miras a lanzar candidaturas que nos representen el consejo municipal, la legislatura provincial o el parlamento federal con la finalidad de atender los reclamos de nuestras comunidades.
Pero va a depender de los electores el éxito de las candidaturas, si asumimos el compromiso cívico de apoyarlas en los procesos electorales, no sólo votando por los futuros aspirantes de origen hispano-latinoamericano, sino también conociendo a fondo a quienes buscan cargos electivos y participando junto a ellos en campañas políticas.
El compromiso político juega un papel importante en la toma de decisiones en favor de los ciudadanos. El programa de School4Civic ofrece la oportunidad de orientarlos sobre el funcionamiento de los partidos políticos canadienses, con los que deberíamos estar familiarizados.
Enhorabuena esta iniciativa, con la esperanza de que se extienda a otras regiones del país donde residen hispano-latinoamericanos, y también alcance a otras comunidades étnicas que de seguro estarían interesadas en este proyecto que nada tiene que envidiar a otros programas similares impartidos en instituciones académicas más formales.
*Francisco Reyes puede ser contactado en [email protected]