Fue una fiesta con un poco de mal sabor. La exclusión del cuerpo policial como marchantes del desfile quitó colorido a la festividad y puso en duda los objetivos de una celebración que lleva ya más de 30 años de existencia.
Oscar Vigil
TORONTO. El primer aspecto en el que la opinión pública no se pone de acuerdo es en si la concurrencia al desfile del Orgullo gay este año fue igual o menor a la de años anteriores. Nadie habla de una mayor asistencia, pero si de una mucho menor participación de la ciudadanía.
La razón estaría en la controversia generada por el grupo de presión “Black Lives Matter”, quien el año pasado detuvo el desfile y obligó a sus organizadores a firmar un acuerdo en el que se comprometían a prohibir que la policía marchara de manera uniformada en el desfile de este año.
Dicho y hecho, el cuerpo policial no participó en el desfile en Toronto sino que tuvo que viajar hasta la ciudad de Nueva York, en los Estados Unidos, donde fueron recibidos con vivas y aplausos tanto por los organizadores como por el público asistente.
“Es una vergüenza que tengamos que venir hasta Nueva York para poder participar en el desfile del Orgullo”, dijeron algunos de los oficiales entrevistados por los medios canadienses que se desplazaron hasta dicha ciudad para dar cobertura a la controversia.
Por esta razón, según los críticos, muchas personas decidieron no participar en las celebraciones de este año en Toronto, como protesta por la discriminación en contra de los policías. Esto se tradujo, según algunos analistas, en que muchos de los trayectos de la tradicional calle Yonge se vieron vacíos en comparación con los años anteriores.
Sin embargo, aun así, fueron miles las personas que se hicieron presentes a una jornada donde el derroche de ritmos, color y buena vibra abundaron por doquier, y la cual fue aprovechada tanto por los políticos como también por el comercio.
El Primer Ministro Justin Trudeau, junto a su esposa y a sus dos hijos, fue sin duda la sensación del desfile de este año, así como también lo fue el año pasado al convertirse en el primer Primer Ministro en la historia de Canadá que participó en un desfile del Orgullo gay.
Junto a él también desfiló la Premier Kathleen Wynne, el alcalde de Toronto John Tory y diversos ministros provinciales y concejales de la ciudad.
Los grandes ausentes sin duda fueron los policías de Toronto (quienes únicamente se dedicaron a proporcionar seguridad a la población) así como también los miembros del cuerpo de bomberos y de paramédicos, quienes se solidarizaron con los oficiales de policía en lo que consideran un acto de discriminación en contra de sus colegas.
El desfile, en el que participaron alrededor de 150 carrozas, transcurrió sin incidentes, incluso sin una intensa lluvia que había sido anunciada días antes, pero sí con la controversia generada por este grupo de presión que se atribuyó como un éxito el haber logrado excluir del desfile al cuerpo policial.
Definitivamente no se podría decir que el evento de este año haya sido un desfile del que la ciudad de Toronto pueda sentirse orgullosa.