La cirugía suele ser el último recurso para tratar la amigdalitis y se emplea si se producen muchos episodios de inflamación de las amígdalas o si el paciente no responde adecuadamente al tratamiento farmacológico.
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+++ “Las amigdalitis infecciosas pueden estar causadas por virus respiratorios o por bacterias. Las bacterias más habituales son los estreptococos betahemolíticos del grupo A, que causan lo que coloquialmente se conoce como anginas”, detalla Javier Cervera Escario, presidente de la Comisión de Otorrinolaringología Pediátrica de la Sociedad Española de Otorrinolaringología.
+++ Si las amígdalas son muy grandes “pueden provocar una parada respiratoria transitoria de varios segundos de duración que se denomina síndrome de apnea del sueño”, subraya el especialista.
+++ La mononucleosis infecciosa, más conocida como enfermedad del beso, está causada por el virus Epstein-Barr y se contagia de persona a persona principalmente a través de la saliva. En casos raros, se ha transmitido el virus a través de transfusión de sangre, señalan los especialistas del Departamento de Salud del Estado de Nueva York.
“La amigdalitis es una infección muy común, sobre todo entre los niños. Existen dos tipos: las infecciosas y la hipertrofia del tejido amigdalar de causa no infecciosa”, señala Javier Cervera Escario, presidente de la Comisión de Otorrinolaringología Pediátrica de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y jefe de la Sección de Otorrinolaringología del Hospital Niño Jesús de Madrid (España).
El especialista indica que las amigdalitis infecciosas pueden estar causadas por virus respiratorios o por bacterias.
“Las bacterias más habituales son los estreptococos betahemolíticos del grupo A, que originan lo que coloquialmente se conoce como anginas”, detalla.
“Las amigdalitis por estreptococos cursan con fiebre, a veces muy elevada, dolor y placas, que es un exudado blanquecino que cubre toda la amígdala. A veces también presentan adenopatías submaxilares, es decir, aumento del tamaño de los ganglios ubicados bajo el maxilar inferior”, apunta.
Asimismo, el doctor Cervera explica que las amigdalitis víricas son de dos tipos. Por una parte están los habituales virus respiratorios de las vías altas “cuyo único síntoma es dolor de garganta, a veces acompañado de una fiebre no muy elevada”, comenta.
Pero también existe otro tipo de amigdalitis de origen vírico, que se denomina mononucleosis infecciosa.
“Cursa con unas placas blanquecinas muy grandes, gran hipertrofia de las amígdalas, mucho dolor, fiebre elevada y grandes adenopatías en el cuello”, indica el otorrinolaringólogo, quien aclara que esta patología se conoce como enfermedad del beso, por su mayor incidencia entre los adolescentes.
Esta afección está causada por el virus Epstein-Barr y se contagia de persona a persona principalmente a través de la saliva. En casos raros, se ha transmitido el virus a través de transfusión de sangre, señalan los especialistas del Departamento de Salud del Estado de Nueva York.
La mononucleosis infecciosa “afecta fundamentalmente a escolares, adolescentes y adultos jóvenes. Es menos frecuente en niños preescolares, ya que gran parte de las infecciones son asintomáticas en ellos, y es rara en el primer año de vida. De hecho, la mayor incidencia se encuentra entre los cuatro y los doce años de edad”, afirman los expertos de la Clínica Universidad de Navarra.
Pero además de las amigdalitis originadas por bacterias o por virus, existen otras que no son infecciosas y que se deben al aumento del tamaño de las amígdalas.
“Son procesos en los que aumenta el tejido amigdalar y adenoideo. No hay fiebre ni dolor, únicamente ocasionan obstrucción respiratoria con ronquido, fundamentalmente por la noche”, precisa el doctor Cervera.
Asimismo, si las amígdalas son muy grandes “pueden provocar una parada respiratoria transitoria de varios segundos de duración que se denomina síndrome de apnea del sueño”, subraya.
El doctor Cervera destaca que, para tratar los casos de síndrome de apnea del sueño, hay que valorar la gravedad del cuadro, ya que en ocasiones resulta necesario practicar una intervención quirúrgica para extirpar las amígdalas y las adenoides, si no se produce mejoría con los antiinflamatorios.
PREVENIR LA AMIGDALITIS, COMPLICADO.
Por su parte, el tratamiento para la amigdalitis infecciosa causada por estreptococos “consiste en administrar antibióticos, fundamentalmente penicilina o derivados, además de los fármacos para bajar la fiebre y combatir el dolor, como pueden ser el paracetamol o el ibuprofeno”, expresa el otorrinolaringólogo.
En cambio, las amigdalitis de origen vírico “no precisan antibióticos y su tratamiento se basa únicamente en analgésicos y antipiréticos”, matiza el galeno.
El doctor Cervera explica que la mayor incidencia de las amigdalitis víricas se da en invierno, mientras que las bacterianas por estreptococos pueden presentarse en cualquier época del año, igual que ocurre con las mononucleosis.
“Los casos de síndrome de apnea del sueño suelen ser crónicos y empeoran con los procesos catarrales del invierno”, precisa.
Cervera comenta que prevenir la amigdalitis es complicado, ya que forma parte de los procesos catarrales de las vías altas.
“Para evitar su aparición recomiendo medidas preventivas propias de dichos procesos. En el caso de los más pequeños, estas consistirían en evitar la asistencia a guarderías y no tener contacto con niños que estén enfermos”, dice el especialista.
Para finalizar, según explica el facultativo, las vacunas bacterianas también pueden ayudar a prevenir, aunque no siempre resultan eficaces a largo plazo.
“Al final, si hay muchos episodios infecciosos y el paciente no responde al tratamiento médico, habría que valorar la indicación quirúrgica para extirpar las amígdalas”, sostiene.
Purificación León.
EFE-REPORTAJES.-