Claudia Palacio*
¡Me quiero ir para Canadá, pero a una ciudad donde no haga mucho frio! Esa es la frase con la que empiezan, o acaban, muchísimas de las consultas que recibimos. ¡Y no es para menos! Cuando en noticieros y redes sociales se muestran nevadas de varios días que cubren prácticamente la casa hasta el punto de sepultarla o casas congeladas – literalmente – o temperaturas por debajo de -30 grados centígrados y se habla de la declaración de emergencia en X o Y ciudad de Canadá lo lógico es pensar que en Canadá morimos de frio de enero a diciembre. Sin embrago, y por experiencia, ¡puedo decir que en Canadá es verano todo el año! o por lo menos principios de verano, y que hace mas frio en muchas ciudades en Latinoamérica, o por lo menos en Manizales, de donde soy originaria.
En Canadá vivimos a 22 grados centígrados 365 días del año. Esa es la temperatura de mi casa y de nuestra oficina, del bus y del metro; del centro comercial y del colegio de los niños o de la Universidad y del consultorio médico (con pequeñas variaciones de 1 o 2 grados para arriba o para abajo dependiendo de la preferencia de quien controla el termostato).
Hace poco tuvimos una emergencia invernal, los noticieros aseguraron que no se presentaba algo similar desde hacía más de 60 años y tuve la suerte de vivirla en carne propia. 80 horas sin luz, lo que significa 80 horas sin calefacción. Fueron 5 días complicados, de mucho frio, de estar de chaqueta (chamarra o abrigo) dentro de la casa y de quejarnos de lo duro que es, los riegos que implica y la inclemencia del clima. Parte del manejo de una emergencia de este estilo es monitorear la temperatura interna de la casa para estar preparados para buscar un refugio en caso de que la temperatura baje mucho, el día que más bajo estuvimos fue a 12.5 grados centígrados (por encima de 0, no negativos), y créanme, pensé que moría de frio!
Hace 8 días llegue a Manizales, estamos en invierno y la temperatura del apartamento donde estoy es, en algunos momentos de 10 grados centígrados; 2.5 menos que en Canadá; y la gente se pone un saco y sigue como si nada, con la ventana abierta y todo para que aire circule.
Siempre he dicho en los en vivo que hacemos que el clima no debería ser un factor por considerar en la toma de decisiones cuando se piensa en inmigrar a Canadá, de todas maneras, es el país más al norte de América y por lo tanto el clima no puede ser tropical. Siempre he hecho énfasis en que las ciudades están acondicionadas para que la vida siga, pero lo que nunca había considerado es el grado de preparación de Canadá para las condiciones climáticas en que vivimos. Si en una tormenta de invierno, con vientos de casi 100 KM y temperaturas externas de -20 grados centígrados, la temperatura de una casa es de 12 grados (positivos), entonces no hay razón para temer, se siente más frío en Manizales (zona cafetera en Colombia) en un día cualquiera de enero.
El aislamiento térmico de las construcciones, la asertividad en el pronóstico del tiempo y los cuerpos de bomberos, policía, paramédicos y de técnicos que cubren estas situaciones eventuales (porque realmente lo son) permite planear y estar preparados para las inclemencias del clima y por más baja que sea la temperatura que el termómetro muestre, el invierno no es más que otra estación, una oportunidad para disfrutar de otro tipo de actividades y la posibilidad de aprender a disfrutar de reuniones en casa, más íntimas, al redor de una chimenea, una copa de vino o una buena película.
Lo único que el invierno exige es calor humano, ese es irreemplazable y tal vez lo único que debemos temer no tener, pero ciertamente para lo que podemos prepararnos: aprender a construir familia. Dicen por allí que un amigo es un hermano que se escoge, ese hermano canadiense es el antídoto para el invierno, es con quien podemos disfrutar la película, la copa de vino o prender un fogón de gas y cocinar juntos cuando las horas sin electricidad se prolongan por días enteros. Esto sin contar que es el que nos ayudara a conseguir trabajo, crecer profesionalmente y asentarnos en el país.
El invierno dura tanto como el verano o la primavera o el otoño y las diferencias son de forma no de fondo; cambiamos la sombrilla por el gorro o sombrero, la maquina cortadora de pasto por la de remoción de nieve, el riego de las plantas por la paleada de nieve y el vaso que mantiene el agua helada por el que mantiene el café caliente; pero los amigos siguen siendo los mismos, el trabajo el mismo, el horario del bus el mismo, la profesora de los hijos la misma; el año transcurre inalterable con la promesa de un mejor futuro, justamente lo que vinimos a buscar; independientemente de lo que pase afuera, frio o calor, lluvia o nieve. Claudia Palacio es Consultora de Inmigración Certificada y miembro activo del College of Immigration and Citizenship Consultants.