El aparato, un Avro Regional RJ85, de fabricación británica, de la aerolínea boliviana Lamia, con capital venezolano, y que llevaba 81 personas a bordo, “se declaró en emergencia” anoche a las 22.00 hora local (03.00 GMT del martes) “por fallas eléctricas” cuando se aproximaba al Aeropuerto Internacional José María Córdova de Medellín, en el noroeste de Colombia, sede del Atlético Nacional, el que mañana sería el rival finalista de Chapeconse.
Menos de dos horas después, la Aeronáutica Civil (Aerocivil) confirmaba el accidente sufrido por el avión en las faldas del Cerro Gordo, entre las localidades de La Unión y La Ceja, en el departamento de Antioquia, y a solo 17 kilómetros en línea recta de Rionegro, localidad donde está situado el aeropuerto de Medellín.
El de anoche es el peor accidente aéreo ocurrido en territorio colombiano en este siglo, pues el siniestro reciente más grave que ese fue el de un avión de American Airlines que costó la vida a 165 personas el 20 de diciembre de 1995 al chocar con el filo de una montaña cuando se disponía a aterrizar en Cali (suroeste).
Esta madrugada, todavía en medio de la oscuridad, socorristas rescataron a los primeros supervivientes del avión boliviano, lo que dio una luz de esperanza, pero al amanecer las autoridades ya daban por cerrado el trágico balance.
La delegación deportiva, compuesta por 22 jugadores del Chapecoense, 28 directivos, personal técnico e invitados y 22 periodistas de medios brasileños e internacionales, partió ayer de Sao Paulo con destino a Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) donde abordaron el avión de Lamia, que llevaba una tripulación de nueve personas.
Seis de las 81 personas sobrevivieron: los futbolistas Alan Ruschel, Jackson Follman, y Helio Neto; el periodista Rafael Valmorbida Henzel, y los tripulantes Ximena Suárez (azafata) y Erwin Tumiri (técnico), quienes fueron ingresados en distintos hospitales cercanos a Medellín, según el último parte de la autoridad Aerocivil.
Al mediodía de hoy ya habían sido recuperados en el lugar del accidente 48 de los 75 cadáveres, que serán trasladados a Medellín para su identificación y posterior entrega a sus familiares.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, definió lo sucedido como “una tragedia que nos enluta” pese a que ninguno de los fallecidos era colombiano, al tiempo que expresó su “solidaridad” con las familias de las víctimas y con Brasil.
Un grupo de funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia trabaja con las autoridades de Brasil y Bolivia para apoyar en los trámites de asistencia y de repatriación de los fallecidos y los heridos.
La Cancillería colombiana dijo por su parte que ese ministerio “viene funcionando como puente entre las autoridades colombianas y las de Brasil y Bolivia” para apoyar los trámites de repatriación.
Al mismo tiempo las autoridades trabajan para tratar de esclarecer las causas del siniestro del cual la única hipótesis que parece descartada es que haya sido causado por el mal tiempo en la zona.
En su primer comunicado emitido esta madrugada, el aeropuerto José María Córdova de Medellín informaba de “fallas eléctricas” que pueden haber causado una emergencia en la maniobra de aproximación.
Otra posibilidad apuntada por medios locales que citan a autoridades es que al avión no le haya alcanzado el combustible, hipótesis reforzada por el hecho de que la aeronave no hizo explosión ni se incendió al caer, lo que en parte permitió que hayan sobrevivido algunos ocupantes.
El director general de la aerolínea LaMia, Gustavo Vargas, aseguró hoy a Efe en La Paz que el avión había pasado todas las revisiones y que el piloto y el copiloto “estaban certificados en Suiza” y habían superado “dentro del margen” los controles semestrales.
“La aeronave en funcionamiento había pasado todos los controles de la autoridad boliviana”, aseveró el director de la compañía, quien alegó que cada vez que realizaron una reparación en la aeronave recibieron “el visto bueno” y no habían tenido “ni incidentes ni accidentes”.
Las autoridades no han informado nada sobre las cajas negras, fundamentales para tratar de descubrir lo que ocasionó el accidente, mientras que un equipo de alrededor de 45 expertos entre médicos forenses, patólogos, genetistas, radiólogos, odontólogos, antropólogos y asistentes trabajarán para identificar a las víctimas en dos o tres días, según el Instituto de Medicina Legal.
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