El Ministro de Finanzas se compra zapatos nuevos – aparentemente una larga tradición parlamentaria que no deja de ser jocosa si no fuese por la seriedad del proceso – para dar a conocer los diferentes componentes de un complejo y denso documento.
Con anterioridad a la lectura del presupuesto, se especulaban y rumoreaban intensamente algunas ideas de lo que se daría a conocer. En el presupuesto de este 2017, se anunciaban importantes inversiones en áreas críticas como la vivienda y el cuidado de los niños. Asimismo, se anunciaban modestos cambios al seguro de desempleo y la ley federal del trabajo.
Otros aspectos importantes eran inversiones específicas destinadas a mejorar las condiciones de los pueblos indígenas de la nación. A su vez el presupuesto introduciría un análisis basado en el género para seguirle la pista al impacto de aquellas inversiones que benefician a las mujeres.
El desencanto de nuestra tercera edad ha sido que virtualmente no ha habido inversiones fiscales en mejorar los beneficios administrados federalmente que ayudarían a la gente de un ingreso precario. Cambios importantes que vinieran a mejorar la Pensión de Vejez (OAS) y la Pensión de Invalidez de la Canada Pension Plan simplemente brillaron por su ausencia, cuando evidentemente la pobreza entre los adultos mayores está en aumento, especialmente en el caso de las mujeres y adultos mayores solteros.
Sin embargo, se hizo saber que el gobierno federal está actualmente “consultando” con la Estrategia Nacional de Reducción de la Pobreza, lo que podría ocasionar inversiones inmediatas en la “seguridad del ingreso” para el presupuesto del próximo año. Por último, tampoco ha habido cambios que aumenten la equidad o justicia fiscal tributaria con el objeto de proveer los ingresos necesarios para los programas y servicios gubernamentales.
Tampoco hay indicios de que el gobierno federal intente realizar inversiones adicionales en la Transferencia Social del Canadá (Canada Social Transfer) para mejorar la adecuación de la asistencia social provincial y territorial. Dado que el 5% de la población canadiense que recibe asistencia social constituye el 40% de los que viven en la pobreza, aumentando la inversión para la asistencia social a través de la Transferencia Social Canadiense y requiriendo que las provincias y territorios utilicen esos fondos para este propósito constituyendo así una contribución importante para acabar con la pobreza en Canadá.
El hecho que la pobreza de los adultos mayores esté en aumento no es una falacia. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un grupo especializado de expertos que contribuye con consejos e ideas en lo económico y social que reúne 35 países cuyo desarrollo está, discutiblemente, entre los más avanzados del mundo, opina que la pobreza de aquellos sobre los 65 años ha ido en aumento, aún cuando Canadá tiene un nivel promedio de pobreza en este grupo de un 7.2% comparado con un 12.8% de otros países miembros de dicha organización. El aumento de la pobreza entre adultos mayores fue de alrededor de un 2%.
Además, el informe señala que las transferencias públicas (gubernamentales) a personas de la tercera edad en Canadá representan menos del 39% de los ingresos brutos de las personas mayores canadienses, en comparación con el promedio del resto de la OCDE del 59%, lo que significa que más canadienses dependen de las pensiones privadas del trabajo para salvar la brecha. Mientras tanto, el gasto público en pensiones en Canadá representa el 4,5% de la producción económica total del país, en comparación con un promedio de la OCDE del 7,8%.
El rito anual del presupuesto federal y sus implicancias
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