Las fuerzas iraquíes mataron hoy unos 200 yihadistas en el casco antiguo, según anunciaron fuentes militares, mientras que las unidades de la Policía Federal rodearon la zona de Al Nayifi, área comercial de la zona histórica donde aún resisten los combatientes del EI.
El comandante de la Policía federal, Raid Shaker Yaudat, aseguró que solo hay “decenas de terroristas extranjeros asediados en un área que no supera los 500 metros” en esa zona del casco antiguo.
Allí, hace exactamente tres años y coincidiendo con el primer viernes del mes sagrado de ramadán de 2014, Al Bagdadi pronunció su primer sermón, en la mezquita de Al Nuri, reducida actualmente a escombros.
Al Bagdadi se presentó como “califa” del EI en el almimbar de esa mezquita, que fue dinamitada el pasado 21 de junio por los extremistas, ante el avance de las fuerzas iraquíes.
Desde que se pusiera precio a la cabeza del líder, se le ha dado por muerto en varias ocasiones, aunque ninguna de ellas ha podido ser confirmada y Al Bagdadi no ha vuelto a dejarse ver en público.
La última fue el pasado 16 de junio, cuando Rusia anunció que su aviación había acabado con su vida en un bombardeo el 28 de mayo en las afueras de Al Raqa, “capital” del EI en Siria, lo que no fue corroborado por el Gobierno sirio ni por Estados Unidos.
Por su parte, las autoridades iraquíes no han ofrecido información sobre el paradero de Al Bagdadi, aunque el gobernador de la provincia de Nínive -de la que Mosul es capital-, Nofal Hamadi al Sultan, dijo en noviembre de 2016 que este había huido del principal feudo del EI en Irak.
Ese mismo mes, se difundió la “última prueba de vida” del líder, nacido en la ciudad iraquí de Samarra en 1971, el cual urgió a través de una grabación de audio a sus combatientes a no abandonar el frente de batalla en Mosul.
“No huyáis, ya que esta guerra es global. La gran yihad (guerra santa) solo aumenta nuestra fe firme y estamos convencidos de que esto es el preludio de la victoria”, dijo Al Bagdadi en un intento de infundir aliento en sus filas.
Ahora, los “soldados del califato” han perdido la batalla en Mosul, el último reducto del grupo extremista, aunque quedan algunas zonas controladas aún por los radicales fuera de la urbe: la comarca de Tel Afar (al oeste de Mosul), Hauiya (al sur) y Al Qaim (en el oeste de Irak, fronteriza con Siria).
El profesor y experto en yihadismo Pieter Nanninga aseguró a Efe que en el caso de que Al Bagdadi haya sido asesinado, se elegiría seguidamente a un sucesor, aunque, apuntó, “no tendría el título de califa”, por lo que dirigiría la organización como un “emirato”.
El docente del departamento de Estudios de Oriente Medio de la Universidad de Groningen (Países Bajos) añadió que a pesar de las continuas pérdidas de territorio, el EI “continuará como grupo” y volverá a sus raíces, es decir, “a ser un grupo que lleve a cabo operaciones de guerrillas”.
Por su parte, el vicepresidente del Instituto de Investigación de Medios de Oriente Medio (MEMRI), el cubano Alberto Fernández, mostró en una entrevista a Efe sus dudas sobre la muerte de Al Bagdadi por parte de las fuerzas rusas.
“Dudo de que los rusos hayan podido matar (a Al Bagdadi), aunque a lo mejor han tenido suerte”, afirmó.
El que fuera asesor sobre Irak en la Administración del expresidente estadounidense Barack Obama aclaró que sería “un golpe para este Califato específico, pero no sería el fin de la organización”.
Las razones para seguir existiendo, añadió, es que seguirán operando, “no solo en Siria y en Irak, sino en otros lugares tan distantes como el norte de la Península del Sinaí (Egipto) y Filipinas”.
Ambicioso y cruel sin límites, cetrino de rostro y de barba cuidada, Abu Bakr al Bagdadi ha mantenido en jaque a los anquilosados Estados de la región y a la perpleja comunidad internacional, convirtiéndose en la cabeza más cotizada del mundo tres años después de su primera aparición pública.
El EI acorralado en Mosul, mientras su “califa” está en paradero desconocido
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