Por Alejandro Morales
Al contrario, hoy en día es necesario considerar todas las opciones y reforzar en la medida de lo posible el concepto del ahorro al cual, por razones obvias, no estábamos acostumbrados en nuestros países.
Algunas organizaciones internacionales y nacionales han visto a sus personeros hacer declaraciones bastante controvertidas que en general se refieren al costo presupuestario que implica el tener a un numeroso sector de la tercera edad acogiéndose a sus pensiones a los 65 años como promedio.
La directora del Fondo Monetario Internacional, Cristine Lagarde, lo ha declarado un problema serio para todas las naciones del globo. En un momento, un ministro del gobierno japonés, él mismo un adulto mayor en el medio de sus más de 70 años, declaró que el problema actual es que los adultos mayores “se demoran demasiado en morir”.
Por otra parte, algunas naciones, como es el caso de Chile, han iniciado desde hace ya varios años un plan de contribuciones definidas (que no incluye a los empleadores), lo que es invertido por organizaciones financieras que se hacen cargo del proceso – ganando jugosos intereses en su mediación – lo que se suponía que traería excelentes beneficios a sus contribuyentes llegado el momento de jubilarse.
Son las conocidas AFP (Asociaciones de Fondos Previsionales) cuyo evidente resultado ha comenzado a constatarse en los últimos años con deplorables resultados, originando protestas y marchas de multitudes exigiendo un cambio radical en su modus operandi. Desafortunadamente, ya son miles los adultos mayores que sobreviven con pensiones de hambre. Argentina, prudentemente eliminó estas AFP y buscó un sistema más adecuado y humanitario, cualesquiera que sea su costo.
En Canadá, en vista del notable esfuerzo de Ontario de considerar una tercera pensión para aquellos sin un plan de pensión privada, más allá de la CPP y la OAS, considerando además que sólo un 30 por ciento tiene acceso a este beneficio adicional, hemos visto que el gobierno federal en acuerdo con las provincias ha decido formalizar un mejoramiento de la Canada Pension Plan que impactará las nuevas generaciones de canadienses eliminando de alguna manera el elevado porcentaje de gente mayor que vive bajo los niveles de pobreza y los que sin la presencia del GIS (Suplemento Garantizado del Ingreso) estarían en condiciones paupérrimas de existencia.
También el gobierno actual dejará sin implementación la idea de aumentar a 67 años el momento de percibir la OAS (pensión de vejez) y se mantendrán los 65 años como la edad de elegibilidad.
Sin embargo, como lo han expresado algunos órganos de prensa en sus editoriales, surge un nuevo problema en nuestro país. Como consecuencia de la explosión demográfica que ocurre y seguirá ocurriendo en todo el mundo, la población de la tercera edad seguirá creciendo cada día más. En el año 1971, una entre 12 personas eran adultos mayores. Esto aumentó a uno en ocho en los 90, llegando a crecidos números cuando los primeros beneficiarios llegaron a la tercera edad. Se espera que para el año 2030 los adultos mayores lleguen a una proporción de uno entre cuatro canadienses. Esto provocará un crecimiento económico más bajo.
Explican los expertos que la aparición de los llamados Baby Boomers, aquellos nacidos aproximadamente entre 1946 y 1964, presenta un cambio completo de la dinámica que ha hecho crecer la economía canadiense desde los años 70, vale decir, una fuerza laboral creciendo más rápido que la población total del país, gracias a la incorporación de las mujeres en la fuerza laboral. La brusca partida de los “Boomers” desde sus puestos de trabajo hacia la jubilación hará que la mencionada dinámica entre en un proceso inverso al actual.
El Consejo Asesor en Crecimiento Económico de Canadá ofrece al gobierno una simple solución: de alguna manera hay que persuadir a la gente mayor que no se jubile hasta más tarde y sigan trabajando, obviamente si la salud se los permite. Aún cuando los números sean escasos, esto traería un impacto positivo en la economía nacional.
En este momento solo un 54 por ciento de la gente entre 55 y 69 años de edad están incorporados en la fuerza laboral. Si este porcentaje creciera a un 62 por ciento, eso nos pondría a las alturas de otros países como Suecia, Nueva Zelanda y Estados Unidos. Esto implica el aumentar la edad del retiro gradualmente, como lo han hecho otros países.
Lo anterior puede impactar los niveles económicos, pero a un costo. Aquellos que hacen trabajos que no son fáciles de realizar no pueden fácilmente trabajar más allá de los 65. Aparentemente, lo ideal sería hacer las dos pensiones (OAS y CPP) más flexibles y decirle a los adultos mayores “por favor no se jubilen”. A mayor edad de retiro, mejores beneficios. (Fuente parcial: The Globe and Mail Editorial page)