Por Alexander Terrazas
Tras décadas de silencio y encubrimiento, el Papa Francisco, por primera vez afrontó una cumbre sin precedentes contra los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia Católica. El histórico encuentro, al que asistieron los 114 líderes de todas las conferencias episcopales del mundo, tuvo lugar del 21 al 24 de febrero de este año, en el Vaticano.
La inédita y necesaria cumbre contra la pederastia, convocada por el primer Papa sudamericano, forma parte de una serie de reformas que ha venido impulsando al interior de las estructuras del catolicismo, desde que fue elegido Vicario de Cristo el 13 de marzo del 2013. En estos seis años, Jorge Mario Bergoglio, quien adoptó el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís por su vocación de ‘reparar la Iglesia’, ha tendido puentes en la escena internacional, en el ámbito ecuménico y al interior de la Iglesia, pese a las fuertes resistencias entre los sectores más conservadores de la Curia Romana.
Entre las principales reformas, al iniciar su gestión del 2013 fue ejecutar una ‘limpieza’ política y administrativa de las arcas de la Curia. En 2015, firmó un permiso temporal para que los sacerdotes perdonen a las mujeres que hayan vivido el drama del aborto y estén arrepentidas de corazón; además, abrió los brazos a las nuevas formas de familia, asegurando que las personas divorciadas que han vuelto a tener una pareja ‘no están excomulgadas como algunos piensan’, sino que forman parte de la iglesia. El papa también se ha mostrado respetuoso con la cultura homosexual y ha dicho “¿Quién soy yo para juzgarlo?”; asimismo, en su encíclica Laudato Si (Alabado seas) ha hecho un llamado de atención a las organizaciones, gobiernos y personas a comprometerse con la preservación del Medio Ambiente.
Todas estas reformas, sin lugar a dudas, dan mucha esperanza a una Iglesia sacudida por una serie de escándalos a lo largo de su historia. Sin embargo, uno de los temas más delicados que acaba de atender Su Santidad, son las denuncias contra los sacerdotes por abuso sexual de menores y el silencio cómplice de la jerarquía de la Iglesia por encubrir estos casos, durante décadas. Por estas sobradas razones, el Papa Francisco puso el dedo en la llaga de los encubridores y convocó al histórico Encuentro sobre la Protección de Menores que reunió en Roma a los Presidentes de Conferencias Episcopales y Obispos del mundo.
Tras escuchar los demoledores informes y dramáticos testimonios de las víctimas de abusos sexuales, el Vaticano resolvió impulsar una serie de normativas y códigos legales destinados a proteger a los menores en la Iglesia y prevenir los abusos de cualquier tipo. Entre esas iniciativas, se citó por ejemplo, un nuevo ‘Motu Proprio’, para reforzar la prevención y contrarrestar los abusos en la Curia Romana y en el Estado de la Ciudad del Vaticano. Otra de las medidas aprobadas, es la publicación por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe de un ‘vademécum’ que ayude a los Obispos del mundo a comprender claramente sus deberes y sus obligaciones. También hay la intención de favorecer el nombramiento de personas competentes que ayuden a las conferencias episcopales y a las diócesis que se encuentren en dificultades para afrontar los problemas y realizar iniciativas para la protección de menores.
Además, el papa Francisco, personalmente se ha comprometido a combatir todos los casos de abuso sexual en la Iglesia con la ‘máxima seriedad’. En un largo discurso, el pontífice argentino comparó la ‘plaga’ de los abusos sexuales a menores con las prácticas paganas del pasado de ofrecer seres humanos y reconoció que se trata de un problema ‘universal y transversal que desgraciadamente se verifica en casi todas partes’, dijo.
El mensaje del Papa Francisco espera devolver la esperanza a los fieles católicos de todo el mundo, especialmente a las víctimas de abusos sexuales, quienes buscaron con ansias tratar el tema de la pedofilia dentro de la Iglesia, una institución que cobija a santos y pecadores. Esperamos ahora que, tanto las palabras del Santo Padre como las normativas aprobadas por el Vaticano, combatan realmente esta ‘plaga’ de la pederastia, que no solamente se da en el seno la Iglesia sino que también se presenta en todos los diferentes estratos de la sociedad. Creemos también que es necesario que la Iglesia ordene una investigación independiente y sancione la cultura del encubrimiento, aun sabiendo que ninguna acción devolverá todo lo arrebatado a una víctima. Hacemos votos para que haya justicia terrenal y espiritual para las víctimas de abusos y para que el Papa Francisco siga transparentando la Iglesia Católica.