Rodrigo Díaz M.
Se sabe que dormir suficientes horas cada noche es importante para gozar de buena salud, pero una nueva investigación sugiere que los hábitos generales de sueño a lo largo de la semana podrían ser la verdadera clave para una vida más larga.
Una nueva investigación, que se presentada en la Sesión Científica Anual del Colegio Americano de Cardiología junto con el Congreso Mundial de Cardiología, ha revelado cinco indicadores del sueño que han demostrado mejorar la longevidad en algunos individuos.
Los investigadores examinaron los datos de más de 170 mil personas que participaron en la Encuesta Nacional de Salud de Estados Unidos entre el 2013 y el 2018, que funciona para monitorear la salud de los estadounidenses a través de sus respuestas a varias preguntas relacionadas con la salud.
A partir de ahí, los investigadores se centraron en cinco factores diferentes del sueño de calidad para comprender cómo afecta a la esperanza de vida.
Los cinco factores del sueño incluidos en el estudio estadounidense fueron: duración ideal del sueño de siete a ocho horas por noche; dificultad para conciliar el sueño no más de dos veces por semana; dificultad para permanecer dormido no más de dos veces por semana; no utilizar medicación para dormir; y sentirse bien descansado después de despertarse al menos cinco días por semana.
Los participantes estadounidenses informaron por sí mismos sobre cada uno de estos factores, asignando a cada uno un número de cero o uno, hasta un máximo de cinco puntos, lo que indicaría un buen sueño.
Para cubrirse las espaldas, los investigadores también examinaron otros factores que podían haber contribuido al riesgo de muerte, como un nivel socioeconómico más bajo, el consumo de tabaco y alcohol y otras afecciones médicas.
Los resultados fueron positivos para quienes presentaban los cinco factores favorables al sueño. Estos participantes tenían un 30% menos de probabilidades de morir por cualquier motivo, un 21% menos de probabilidades de morir de una enfermedad cardiaca y un 19% menos de probabilidades de morir de cáncer.
Y tenían un 40% menos de probabilidades de morir por otras causas, que, según uno de los investigadores del estudio, probablemente se debieran a accidentes u otras enfermedades e infecciones.
Para comprender mejor la relación entre el comportamiento del sueño y una vida más larga, los investigadores relacionaron los registros del Índice Nacional de Defunciones estadounidense de los participantes en el estudio, a los que se hizo un seguimiento durante una media de 4,3 años.
Durante este periodo, murieron 8.681 de los participantes: el 30% por enfermedades cardiovasculares, el 24% por cáncer y el 46% por otras causas.
Los investigadores informan de que, basándose en estos datos de mortalidad y en las puntuaciones de las cinco categorías de hábitos de sueño, los patrones de sueño deficientes podrían atribuirse a cerca del 8% de las muertes.
Además, descubrieron que los jóvenes que tienen unos hábitos de sueño adecuados tienen menos probabilidades de morir prematuramente.
Aunque el estudio señala que es necesario un examen más detallado para comprender el efecto en función de las diferencias de sexo, se descubrió que la esperanza de vida era 4,7 años mayor para los hombres y 2,4 años mayor para las mujeres, en el caso de quienes afirmaban tener los cinco indicadores de calidad del sueño contabilizados en la encuesta.