Rodrigo Díaz M.
La directora del Servicio Secreto dimitió hoy tras el intento de asesinato contra el ex-presidente Donald Trump que desató una intensificación de las protestas sobre cómo la agencia encargada de proteger a los presidentes actuales y anteriores podía fallar en su misión principal.
Kimberly Cheatle, que ocupaba el cargo de directora del Servicio Secreto desde agosto del 2022, se enfrentaba a crecientes peticiones de dimisión y a varias investigaciones sobre cómo el tirador pudo acercarse tanto al candidato presidencial republicano en un acto de campaña al aire libre en Pensilvania.
“Asumo toda la responsabilidad por el fallo de seguridad”, dijo en un correo electrónico. “A la luz de los recientes acontecimientos, es con el corazón encogido que he tomado la difícil decisión de renunciar como su director”.
Es poco probable que la marcha de Cheatle ponga fin al escrutinio de la agencia, que lleva mucho tiempo en apuros tras los fallos del 13 de julio, y se produce en un momento crítico antes de la Convención Nacional Demócrata y de una ajetreada temporada de campaña presidencial.
Los legisladores de ambos partidos han prometido una investigación continua, junto con una investigación del inspector general y un esfuerzo independiente y bipartidista lanzado a instancias del Presidente Joe Biden que mantendrá a la agencia en el punto de mira.
La dimisión de Cheatle se produce un día después de comparecer ante un comité del Congreso y ser reprendida durante horas tanto por demócratas como por republicanos por los fallos de seguridad.
Cheatle calificó el atentado contra la vida de Trump como el “fallo operativo más importante” del Servicio Secreto en décadas y dijo que asumía toda la responsabilidad por los fallos de seguridad, pero enfureció a los legisladores al no responder a preguntas concretas sobre la investigación.
En la comparecencia del lunes, Cheatle se mostró desafiante al afirmar que era la “persona adecuada” para dirigir el Servicio Secreto, aunque dijo que asumía la responsabilidad de los fallos de seguridad.
El tirador de 20 años, Thomas Matthew Crooks, pudo acercarse a menos de 135 metros del escenario donde hablaba el ex-presidente cuando abrió fuego. Eso a pesar de que una amenaza contra la vida de Trump desde Irán llevó a reforzar la seguridad del ex-presidente en los días previos al mitin del 13 de julio.