Isabel Inclan
La comunidad latino-canadiense, junto con representantes de las Primeras Naciones celebraron el pasado fin de semana el Día de los Muertos con música, comida tradicional mexicana, representación teatral, catrinas y hasta una procesión con un ataúd y banda, al estilo de los pueblos mexicanos.
Por más de seis horas en el Artscape Wychwood Barns se concentraron cientos de familias latinas y canadienses para honrar a los que han partido “al otro mundo” pues según la tradición indígena después de la muerte hay un más allá a donde van las almas una vez que se desprenden del cuerpo y cada 1 de noviembre regresan a visitar a sus familiares, quienes les preparan una ofrenda con veladoras, flores de cempasúchil y con la comida y bebida que les gustaba. Sin faltar, por supuesto, el Pan de Muertos (un pan con naranja parecido al panetone italiano).

La tradición fue importada a Canadá por los migrantes mexicanos y ahora se celebra en varios centros culturales, universidades, ministerios de educación y centros comunitarios. Pese a estar muy cerca de la fiesta de Halloween, esta celebración conserva su esencia.
Luis Rojas, codirector y productor artístico del Colectivo Día de los Muertos, dijo a El Centro News que si bien es cierto no hay un recurso económico basto, es importante seguir realizando esta celebración en Canadá y resaltó el recurso humano de la comunidad latinoamericana que hace posible este evento cada año.
“De todas las cosas hermosas que suceden durante la celebración lo más bonito es ver cómo la comunidad se involucra para realizarla. Lo más bello es que algo que comenzó en el seno de la comunidad mexicana se ha extendido a la comunidad latino-canadiense”, precisó.

El artista Jesús Mora inició esta celebración en su pequeño estudio del Artscape hace más de una década y al ver cómo ha crecido esta celebración que atrae a poco menos de unas cinco mil personas cada año, refirió: “siento mucha emoción al ver cómo se han sumado artistas, voluntarios y público de varias comunidades. Nunca me imaginé que llegaríamos a esto”.
Esta celebración se distingue de otras organizadas en centros culturales canadienses porque fue la primera que invitó a los representantes de las Primeras Naciones a abrir la celebración, junto con los danzantes aztecas. Al inicio del evento, los tambores indígenas de los dos países (México y Canadá) tocan al unísono para pedir permiso a la madre Tierra y a los elementos de la naturaleza para dicha celebración.

Como parte de esta celebración de Día de los Muertos, se realizó la exposición “Cempoalxóchitl, pétalos de oro” de la artista mexicana María Luis de Villa, quien presentó obras de su autoría dedicadas a la flora mexicana y en especial a la flor de cempasúchil, que en sus variantes amarilla y naranja se utiliza en las ofrendas de muertos. La artista aprovecha la flor como colorante para sus pinturas.
“De las flores que se utilizan en el Día de Muertos la de cempoalxóchitl es la más grande, la más olorosa y con un color muy luminoso; es quizá la reina de la fiesta de los idos, de los muertos. Esta flor tiene muchas propiedades, entre ellas que es un tinte para colorear. Yo la uso en mi obra”.

Desde 1985 en que comenzó a promover esta celebración en los espacios culturales canadienses, la maestra María Luisa de Villa ha impulsado siempre la cultura mexicana y sus tradiciones, tanto en México como en Canadá. Ahora forma parte del Colectivo y es la curadora de la Wychwood Community Gallery.
La celebración también incluye llamado el Mictlán, el inframundo, donde se honra a las víctimas de la violencia en México, como los estudiantes del magisterio, las mujeres violentadas y los miles de desaparecidos.

Para la recién inmigrante Sol Mendoza, quien tuvo que huir de la fatal violencia en México, esta celebración de día de muertos es también un escenario propicio para recordar a quienes la violencia del crimen organizado les adelantó la muerte: “más allá de esta celebración trasciende una denuncia pública a nivel internacional relacionada con sucesos lamentables en México, ver fotografías con rostros de madres en busca de sus hijos; ver los rostros de los estudiantes de Ayotzinapa (jóvenes todos, casi niños, que únicamente por no coincidir con actos de corrupción fueron asesinados); las muertes de Acteal (Chiapas); los feminicidios en México”, por citar sólo algunos ejemplos de tragedias que quedan impunes.
Esta tradición le pega duro y de cerca a Sol, a quien le desaparecieron a su hermano. “Pase quien pase por la silla presidencial no hay certeza de lo ocurrido. En un país que comparado con México es un paraíso terrenal, los acontecimientos se relatan en inglés, se exponen videos, fotografías y libros. Cuando también eres parte de esos acontecimientos lamentables, tu corazón te duele, pero quieres ser la portavoz en México y decir ´escuchen allá (en Canadá) no es un hecho más que queda en el olvido, allá exigen justicia porque cuando se altera la paz de unos se pone en riesgo la del mundo”.

De esta forma, los vivos recordaron con la danza de los diablos, música y comida a sus seres queridos que ya se han ido. El Día de Muertos también se realizó en el Evergreen Brick Works y el próximo fin de semana se realizará en Harbourfront Centre.














