Por Raul A. Pinto
La nueva película del ingles Paul King viene tras el éxito avasallador de dos títulos, “Paddington” y “Paddington 2”, dos adaptaciones literarias que además se convirtieron en clásicos contemporáneos. Aun así, tomar la decisión de hacer una precuela de “Charlie y la Fabrica de Chocolates”, la intocable historia de Roald Dhal, con la sombra de la inmortal versión de 1971 y la correcta adaptación del 2005 fue un movimiento arriesgado. Veamos como le fue con el estreno de esta semana, “Wonka”.
La cinta embarca a la audiencia en un musical, que recorre el viaje caprichoso a los primeros días del icónico chocolatero, Willy Wonka, decidido a cumplir su sueño de abrir una grandiosa tienda de chocolates en una ciudad europea de ensueño, que se parece bastante al Londres pre-Brexit. King se encargó de hacer de la producción todo un festín visual, complementado muy bien con las canciones originales de Neil Hannon y la partitura de Joby Talbot. Y no sé ustedes, pero es muy difícil no caer bajo el encanto de estos creadores.
La narrativa se desenvuelve con una mezcla de drama de emprendedores y comedia melosa, enfrentando al joven con el aterrorizante Cartel del Chocolate de la ciudad, que lucha por establecer su imperio chocolatero y poner trabas al nuevo miembro del rubro.
Timothée Chalamet, una de las estrellas de cine actual, se pasea bastante bien en el papel del jovial, siempre asombrado, ingenuo y encantador Willy, contribuyendo a la naturaleza cálida de la película. Además de Chalamet, el elenco incluye a los excelentes Keegan-Michael Key, Sally Hawkins, Olivia Colman y Hugh Grant en actuaciones histriónicas, pero muy bien armadas. Todos ellos son (mucho) mejor actores que cantantes, y usan sus talentos bastante bien, incluyendo a Grant interpretando la icónica canción “Oompa Loompa”, de la cinta del 71’, que fue incluida de forma muy acertada.
Encanto más, encanto menos, existen ciertas lagunas argumentales que no se olvidan tan fácilmente. Es entendible, que en una historia que tira toda la carne a la parrilla como esta existan dificultades para equilibrar la fantasía con la coherencia narrativa, confiando más que nada en la imaginación del público para avanzar en la trama.
Pero también es verdad que la película se aparta de los tonos más oscuros de Roald Dahl, optando por un enfoque más ligero. Los más puristas podrían encontrar que esta desviación sacrifica la excentricidad y la intensidad presentes en el personaje original de Dahl. La falta de revelaciones más profundas sobre el personaje de Willy y una representación diluida de los Oompa Loompas podrían dejar a los entusiastas anhelando los elementos más complejos de la narrativa de Dahl.
Pero bueno este soy yo siendo mañoso. “Wonka” es encantadora, y eso no se puede negar. Apela a la nostalgia, al amor a la familia, y al duelo, y el salir del cine con el corazón llenito es siempre un regalo. Disponible en salas.