Por Raul A. Pinto
George Miller nos dejó esperando siete largos años para traernos una nueva cinta. Sus películas son eventos que siempre valen la pena, y por lo menos podemos decir que “Mad Max: Fury Road” fue una obra maestra de tal calibre que tuvimos el placer de verla en repetidas ocasiones, y nunca parar de disfrutarla. Y Miller volvió con algo muy especial, “Three Thousand Days of Longing”, uniéndose al largo tándem de directores que optaron por filmes de fantasía en el último lustro.
En una original historia basada en una vieja historia, la doctora experta en mitos, Alithea Binnie (Tilda Swinton, maravillosa como siempre) encuentra y compra una figura muy especial en un bazar turco: mientras se hospeda en un hotel local, descubre que la figura esconde un genio atrapado por tres milenios (Idris Elba, con un rol a la altura de su talento). El cambio a la historia del genio de la lámpara viene desde la misma doctora: ella sabe muy bien los riesgos que corre si decide acceder a los tres deseos que liberarán al ser mágico. Además, Alithea sospecha que lo que está experimentando podría no ser real así que, sabiamente, prefiere irse con mesura en el asunto.
La trama de por sí es bellísima pero, a pesar de esto, Miller termina cediendo la historia a lo visual. Ahora, no diría que esto es algo malo tampoco. Miller tiene un pulso de hierro para no perder el ritmo narrativo y, aunque el desenlace prometía más la película sigue siendo una experiencia digna de ser vista. Como lo mencionaba al principio, Miller se une a lo que Guillermo del Toro, Jordan Peele y los Daniels vienen haciendo, usando todas las partes del búfalo cinematográfico para contar su historia y deleitarnos. Usted debería ir a verla. Disponible en salas.
Es bueno aprovechar de ir a ver cine Iberoamericano cuando éste llega a la pantalla grande canadiense. Mucho más aún si se trata de “El Buen Patrón”, película dirigida por Fernando León de Aranoa, que logró el récord de 20 nominaciones en la pasada edición de los Premios Goya en España, logrando seis galardones.
Como ya lo habíamos visto en las excelentes “Los lunes al sol” y “Princesas”, entre otras, el director es maestro en dar luz a la clase trabajadora, trayendo en esta ocasión una comedia negra sobre balanzas y escalas: el jefe de una compañía de básculas intenta asegurarse que su empresa luzca impecable y perfecta para el chequeo que una “comisión regional” hará en pocos días, lo cual les dará (o le dará al patrón), un nuevo premio en la muralla de su casa y mejores subvenciones para su compañía.
Y de alguna manera, el cariño que el jefe tiene por sus empleados no es en vano, pues ahí vemos a trabajadores que han sido leales por años, intentando pelear la buena batalla. Excepto que todos son personas, y ya sabemos que pasa cuando las personas son personas…
El toque “imperfecto” que el director le da a la película viene desde la humanidad, pues al mismo tiempo que seguimos al jefe intentando poner orden, vemos como las cosas se caen a pedazos por todos lados. Nosotros también queremos que todo salga bien, incluso cuando vemos que el hombre a cargo está llevando las cosas demasiado lejos. Demasiado.
La gran estrella de la película es Javier Bardem, cuyo brillo aquí es más refulgente que nunca, usando sus dotes actorales para mostrarnos lo que humildemente considero su mejor papel a la fecha. Sus miradas y la inflexión y tono de su voz hacen reír a carcajadas, con reacciones que recuerdan a Cary Grant en sus películas con Howard Hawks; Trabaja cada una de sus líneas con experticia, y maneja el clímax de la ansiedad del personaje como si estuviera otra vez actuando con los Cohen en la película aquella.
Imagínense que, a pesar de esto, el mayor acierto viene, nuevamente, por parte del director, quien deja a Bardem libre para echar a volar su histrionismo mientras el mueve al talentosísimo elenco de actores alrededor del protagonista. Ojo entonces, con los roles de Manolo Solo, Almudena Amor, Oscar de la Fuente, Sonia Almacha, Fernando Albizu y el magnífico Celso Bugallo. Reitero, por un lado, es la película de Aranoa y, por otra, es El Gran Circo de Javier Bardem. Y ambas cosas se fusionan para entregar una cinta notable. Distribuida por Mongrel Media. Disponible en salas a partir del 26 de agosto.
La serie de televisión “The Bear” no tiene nada nuevo en su historia de un chef internacional que vuelve a su ciudad natal a manejar la sandwichería de su hermano fallecido. Pero este drama elige este trasfondo tan conocido para escarbar profundo en las entrañas de la generación milenial. Ahí tenemos personajes soltando frases inteligentes, demonios del pasado de los que nadie quiere hablar, pero que explotan en las personas, en las paredes y en las tuberías, romances posibles, hermanos en Guerra Fría, el entusiasmo de los novatos vs el cinismo de los veteranos, y muchas personas agarrándose la cabeza a dos manos mientras la vida se desarma, y nada pareciera mejorar. Aún así, amamos cada segundo de esta bendita serie, principalmente porque no pide disculpas ni cuenta fábulas.
El dolor es patente, verdadero y crudo, los personajes parecen haber asimilado que la desilusión es posible en cada paso que dan, y la redención nunca parece ser tan satisfactoria. El talentosísimo creador Christopher Storer ama a todas las personas que muestra dentro y fuera de la cocina, y su amor, afortunadamente, también nos llega a nosotros. Nótese que lo que menos vemos es comida, excepto por algunas tomas donde ésta se ve bien hecha, pero no tan apetitosa. No se la pierda por favor, si el show continúa al magnífico ritmo que lleva podría convertirse en el clásico que buscamos como el Santo Grial. Disponible en Disney Plus Canada.