Rodrigo Díaz M.
Las autoridades tailandesas informaron esta semana que han incautado unas 238 toneladas de residuos electrónicos importados ilegalmente desde Estados Unidos en el puerto de Bangkok, uno de los mayores decomisos de este tipo realizados este año.
Los residuos, que llegaron en 10 grandes contenedores, fueron declarados como chatarra metálica mixta, pero resultaron ser placas de circuitos mezcladas en una enorme pila de chatarra metálica y fueron descubiertos durante una inspección aleatoria.
Un informe de la ONU del año pasado reveló que los residuos electrónicos se están acumulando en todo el mundo.
En el 2022 se generaron unos 62 millones de toneladas de residuos electrónicos y se prevé que esa cifra alcance los 82 millones de toneladas en el 2030, según el informe, que también señala que solo el 22% de los residuos se recogieron y reciclaron adecuadamente en el 2022 y que se espera que esa cantidad se reduzca al 20% a finales de la década debido al aumento del consumo, las limitadas opciones de reparación, los ciclos de vida más cortos de los productos y la insuficiencia de las infraestructuras de gestión.
Los residuos electrónicos suponen un enorme peligro para la salud. Muchos componentes contienen plomo, mercurio, cadmio y otras toxinas. Los recicladores buscan oro, plata, paladio y cobre, principalmente en placas de circuitos impresos, pero la laxitud de los controles hace que las instalaciones a menudo quemen plásticos para liberar el cobre encapsulado y utilicen métodos inseguros para extraer los metales preciosos.
Tailandia aprobó en el 2020 una prohibición de la importación de una serie de productos de residuos electrónicos. En febrero, el consejo de ministros tailandés aprobó una lista ampliada de residuos prohibidos.
En enero, el departamento de aduanas tailandés declaró que había incautado 256 toneladas de residuos electrónicos importados ilegalmente desde Japón y Hong Kong en un puerto del este de Tailandia.











