Rodrigo Díaz M.
Las autoridades electorales ecuatorianas han calificado los resultados de esta última elección presidencial como un “empate técnico” después de que el candidato de centro-derecha en el poder, Daniel Noboa, y su principal rival de izquierdas, Luisa González, recibieran porcentajes casi idénticos de los votos. Los dos se enfrentarán ahora en una segunda vuelta en abril.
El resultado es mucho más ajustado de lo que habían predicho las encuestas de opinión, lo que indica que la segunda vuelta podría ser más difícil de predecir.
El ajustado resultado también frustró las esperanzas de los partidarios de Noboa, que se habían animado por una encuesta a pie de urna que sugería que podría conseguir la victoria de forma clara.
Los partidarios del presidente se reunieron en Quito, ondeando banderas, vistiendo camisetas con su imagen y sosteniendo recortes de cartón a tamaño real del presidente en ejercicio.
Estas siluetas, que representan a Noboa con diversas prendas, desde trajes hasta camisetas sin mangas y gafas de sol, se han convertido en símbolos omnipresentes en todo el país, decorando puertas de entrada, ventanas de apartamentos e incluso techos de coches.
La presidencia de Noboa se ha caracterizado por su enfoque en la lucha contra la violencia de las bandas. El actual presidente implementó medidas de emergencia para desplegar al ejército en las calles y prisiones para frenar el aumento de la delincuencia.
A pesar de algunos éxitos, como la captura de algunos líderes importantes de bandas y una ligera reducción de la violencia en las cárceles, los delitos violentos siguen siendo un problema importante.
Las muertes violentas disminuyeron en el 2024, pero se mantuvieron cerca de niveles récord. Solo en enero del 2025 se registraron 750 homicidios.
Quienquiera que salga victorioso en abril se enfrentará a importantes desafíos.
Ecuador sigue lidiando con la delincuencia desenfrenada, mientras los cárteles de la droga luchan por el control de las lucrativas rutas de tráfico a través de sus puertos. Los secuestros y asesinatos siguen siendo algo cotidiano.
El país también está luchando contra el alto desempleo, una economía débil y una crisis energética que causó apagones de hasta 14 horas el año pasado.