Rodrigo Díaz M.
Las autoridades rusas confirmaron el domingo la muerte del jefe del Wagner Group, Yevgeny Prigozhin, poniendo fin a cualquier duda sobre si el astuto líder mercenario estaba en un avión que se estrelló el miércoles pasado, matando a todos los que iban a bordo.
Las pruebas genéticas realizadas a los 10 cadáveres recuperados en el lugar del accidente “concuerdan con el manifiesto” del vuelo, declaró en un comunicado la portavoz del comité de Investigación ruso, Svetlana Petrenko. La autoridad rusa de aviación civil había dicho que Prigozhin y algunos de sus principales lugartenientes figuraban en la lista de siete pasajeros y tres miembros de la tripulación.
El Comité de Investigación no indicó qué pudo provocar que el avión cayera en picado a medio camino entre Moscú y San Petersburgo, ciudad natal de Prigozhin.
Pero el momento en que se produjo el accidente hizo sospechar de un posible golpe orquestado por el Kremlin, mientras que los antecedentes de Prigozhin permitieron especular con la posibilidad de que no se encontrara en el avión o se hubiera librado de la muerte de alguna manera.
Hace dos meses, Prigozhin, de 62 años, organizó un motín de un día de duración contra el ejército ruso, dirigiendo a sus mercenarios desde Ucrania hacia Moscú. El presidente ruso, Vladimir Putin, calificó el acto de “traición” y prometió castigar a los implicados.
Sin embargo, el Kremlin no tardó en llegar a un acuerdo con Prigozhin para poner fin a la revuelta armada: se le dejaría en libertad sin cargos y se le permitiría reasentarse en Bielorrusia. Quedaban dudas sobre si el antiguo aliado del líder ruso recibiría su merecido por la breve revuelta que supuso el mayor desafío a la autoridad de Putin en sus 23 años de gobierno.
Una evaluación preliminar de los servicios de inteligencia estadounidenses concluyó que una explosión intencionada provocó la caída del avión. Mientras crecían las sospechas de que el presidente ruso era el artífice de un asesinato, el Kremlin las rechazó como una “completa mentira”.
Uno de los funcionarios occidentales que describió la evaluación inicial dijo que determinó que Prigozhin era “muy probablemente” el objetivo y que una explosión estaría en línea con la “larga historia de Putin de tratar de silenciar a sus críticos.”
El segundo al mando de Prigozhin, Dmitry Utkin, así como el cerebro de la logística de Wagner, Valery Chekalov, también murieron en el accidente. Durante mucho tiempo se creyó que Utkin había fundado Wagner y bautizado al grupo con su nombre de guerra.
El destino de Wagner, que hasta hace poco desempeñaba un papel destacado en la campaña militar rusa en Ucrania y participaba en varios países de África y Oriente Próximo, es incierto.
Tras el motín, el Kremlin dijo que Prigozhin se exiliaría en Bielorrusia, y a sus combatientes se les ofrecieron tres opciones: seguirle hasta allí, retirarse o alistarse en el ejército regular ruso y regresar a Ucrania, donde los mercenarios de Wagner habían luchado junto a las tropas rusas.
Varios miles de mercenarios de Wagner optaron por trasladarse a Bielorrusia, donde se levantó un campamento para ellos al sureste de la capital, Minsk.