No se puede decir que es un gran logro político, pero definitivamente, que el Parlamento Federal habrá sus puertas para celebrar la hispanidad/latinidad no es algo despreciable. Es probablemente eso, el simbolismo de abrir la puerta a una comunidad joven y pujante que más pronto que tarde alojará ahí a más representantes.
Por Oscar Vigil
De entrada, el complejo de edificios es impresionante. Al centro está el edificio principal, donde funciona el Parlamento Federal, flanqueado por dos edificios, al este y oeste, conformando una plaza perfecta construida a mediados del siglo XVIII.
Ahí, en el Salón 216 Norte, del edificio central de Parliament Hills, poco más de 100 miembros de la comunidad de origen latinoamericana en Canadá celebraron la semana pasada el “Hispanic Day on the Hills”, una fiesta que por primera vez en la historia se le dedica a quienes hablan español en este país.
La actividad fue organizada por tres parlamentarios federales con la colaboración del Consejo Canadiense para la Herencia Hispana (HCHC): Pablo Rodríguez, MP por el distrito de Honoré-Mercier, en Quebec, y quien es el único político federal canadiense de ascendencia latinoamericana. Rodríguez nació en Argentina. Julie Dzerowicz, MP por el distrito de Davenport, en Toronto, cuya madre es de origen mexicano, y por el MP Anthony Rota, representante del distrito de Nipissing de North Bay, Ontario, quien es el vicepresidente adjunto del Parlamento.
Para entrar era toda una odisea. Hubo que sortear tres registros de seguridad antes de llegar al lugar donde el nombre de cada invitado debía aparecer en la lista oficial. Una vez chequeado y habiendo recibido su escarapela correspondiente, los invitados eran conducidos hasta el salón designado para el evento.
Lo primero que saltaba a la vista eran las margaritas. Sí, cocteles Margarita donados por la Embajada de México, así como también copas de vino donadas por la Embajada de Argentina. Por lo menos no había duda del sabor latinoamericano en el evento, que fue complementado principalmente con comida mexicana.
Los MPs Pablo Rodríguez y Julie Dzerowicz fueron los encargados de recibir a quienes iban llegando: empresarios, profesionales, académicos, dirigentes comunitarios, artistas, en fin, gente conocida principalmente en las comunidades de Ottawa, Montreal y Toronto.
De Toronto, sobresalieron los abogados Juan Carranza y Sandra Lozano, el juez Félix Mora, la empresaria Vilma Filici, los dirigentes comunitarios Ana Paredes, Duberlis Ramos y Gabriel Parada, los dirigentes empresariales Mónica Linares y Mauricio Jiménez, los dirigentes indígenas María Ramírez y Marco Guzmán, el líder sindical Jaime Cortez, entre muchas otras caras conocidas.
De Montreal había una treintena, igual que de Ottawa, quienes se mezclaron perfectamente con el cuerpo consular de Argentina, México, Cuba, Panamá, Venezuela, Honduras, Guatemala, Chile y Ecuador, entre los conocidos.
Por lo menos unos cincuenta MPs pasaron también a saludar a los asistentes, entre ministros conocidos y políticos difíciles de recordar. Mención especial merece la MP Judy Sgro, muy querida en la comunidad hispana y quien representa el Distrito Electoral de Humber River—Black Creek, en Toronto. Sgro presentó ese mismo día una moción ante el Parlamento Federal para declarar el mes de octubre como el Mes de la Herencia Hispana en todo Canadá.
Pablo Rodríguez abrió la breve sesión de discursos de la tarde. Habló en español, en inglés y en francés, dio la bienvenida, felicitó a la comunidad y se comprometió a trabajar por ella. ¡Todos fueron testigos de sus palabras!
También le tocó el turno a Julie Dzerowicz, quien explicó que sus genes latinos están definitivamente al lado izquierdo, en el corazón, y que complementan su totalidad canadiense.
A nombre de la comunidad hispana dijo unas palabras el abogado Juan Carranza, para culminar con la entrega de una copia de un Códice Maya al gobierno del Primer Ministro Justin Trudeau, de parte de las primeras naciones latinoamericanas, en manos de María Ramírez y Marco Guzmán.
Fue definitivamente una velada espectacular, una fiesta, una recepción de parte del gobierno federal a una comunidad todavía joven que prácticamente carece de representación política en los diversos niveles de gobierno, pero que va camino a ella.
Fue solamente una “Happy Hour” en el Parlamento Federal, dicen los hispanos más críticos, y no dejan de tener razón. Pero fue una Happy Hour hispana, latina, la primera en los 150 años que tiene de haber sido fundada Canadá. Fue una primera entrada de la comunidad al parlamento, sueva, ligera, cortés. La primera de muchas que se espera vengan en los años próximos, dado el acelerado crecimiento poblacional, empresarial y obviamente de votos que día a día van teniendo los latinos en Canadá.