“A partir de los 4 o 5 años las familias ya llevan a los pequeños a la iglesia a presenciar y participar en ceremonias, y a esas edades pueden empezar a conocer la Historia Sagrada”, explica a Efe la psicóloga clínica Margarita García Marqués.
“Para un creyente católico puede ser más fácil hablar a un niño de la muerte y explicársela como una transformación, porque de acuerdo a su religión la persona no deja de existir”, señala la especialista.
Respecto de la Resurrección esta psicóloga sugiere explicar a los pequeños que, “en vez de subir al cielo directamente como los demás, Jesús quiso despedirse antes de la gente y que él podía hacerlo, porque era un ser muy especial”.
Tras las fiestas navideñas y las vacaciones de fin de año, en las que los niños vivieron con alegría e ilusión una época de regalos, reuniones familiares, inactividad escolar, viajes, diversiones y juegos, llega un segundo paréntesis anual que les depara emociones y experiencias intensas y en el que se modifican su rutina diaria y actividades habituales: la Semana Santa.
Para los más pequeños son días intensos y de cambios, en los que el fervor religioso y los sentimientos encontrados del dramatismo por la crucifixión de Jesús y la alegría por su vuelta a la vida, están presentes en el ánimo de las familias, en las televisiones que trasmiten misas y películas de contenido sacro y en las calles a través de las procesiones y escenificaciones cristianas.
¿Cómo viven los más pequeños estos días de intenso fervor religioso en los que se entremezclan pesar y júbilo? ¿Cómo pueden explicarle sus padres hechos tan singulares como la crucifixión, la muerte y la resurrección de Jesucristo?.
“A los niños se les puede explicar en qué consiste y porqué se conmemora la Semana Santa desde el mismo momento en que tienen cierta capacidad de entendimiento o ya han tenido contacto con la forma en que se celebra esta festividad”, explica a Efe la psicóloga clínica, especializada en familia e infancia, Margarita García Marqués.
García Marqués dirige la asociación ASPASI (https://aspasi.org) que promueve el buen trato a la infancia y el centro Hara (https://centrohara.es) de desarrollo y autoconocimiento personal.
Según esta psicóloga al principio las explicaciones a los niños deben ser más básicas y fáciles y, a medida que van creciendo y aumenta su madurez, se les puede ir introduciendo en los temas más complejos de la religión cristiana, como lo que significa la muerte y resurrección de Cristo, sobre todo a medida que se van preparando para la primera comunión.
EXPLICANDO LA TRADICIÓN A LOS MÁS PEQUEÑOS.
“La idea es ir integrando al niño en la cultura cristiana y contándole quien era Jesús, que le ocurrió, cuál fue su historia desde el nacimiento hasta su muerte, de forma que el pequeño pueda entenderlo y también respondiendo a sus preguntas”, apunta.
“A partir de los 4 o 5 años las familias ya llevan a los pequeños a la iglesia, a presenciar y tomar parte en ceremonias, y a esas edades ya pueden empezar a conocer la historia de Jesús, a leer las biblias para niños que explican esos hechos religiosos y recibir un aprendizaje de lo que se conmemora esos días”, añade.
Según García Marqués, los niños no suelen preguntar qué es la Semana Santa, pese a que a veces participan de ella por ejemplo llevando los ramos en las procesiones, ya que la perciben como una fiesta, del mismo modo que ocurre con la Navidad, que la ven como una rutina de todos los años que forma parte de su vida y la asocian a vacaciones y a una serie de actividades.
Para introducir a los niños en el concepto de una tradición, como es la Semana Santa, podemos explicarles que las personas celebran todos los años cosas buenas o importantes que ocurren en nuestra vida para recordarlas, como los cumpleaños o, por ejemplo, el haber salido indemnes de un accidente, de acuerdo a esta psicóloga.
A los nuestros hijos podemos decirles “que también celebramos los acontecimientos importantes o momentos muy especiales en la vida de un ser que nos dio mucho y que se llama Jesús”.
“Por otra parte, los padres también pueden aprovechar la Semana Santa para hablar con los pequeños sobre la muerte, entrando en ese espacio que es tabú a nivel social”, según esta experta.
“Es un buen momento para hablar con ellos sobre las despedidas, la importancia de decir las cosas a la gente en todos los momentos, porque en un momento dado pueden no estar, el dolor que hay cuando alguien se va y ya no vuelve, o que uno se siente triste y ya no puede abrazar a esa persona”, precisa.
“HIJO, LA MUERTE ES UNA TRANSFORMACIÓN”.
García Marqués sugiere primero comprobar qué idea tienen los pequeños de la muerte, qué creen que ocurre cuando una persona fallece y, a partir de ahí, hablarles de nuestra propia visión de ese suceso, que “los niños creen que solo les ocurre a los mayores, sorprendiéndose mucho cuando están ante la muerte de una persona que no es viejita, como el caso de Jesús”, indica la experta.
Esta psicóloga considera que “para un creyente católico puede ser más fácil hablar de la muerte a un niño porque, de acuerdo a su religión, la persona no deja de existir”.
“Podemos decirle que la muerte es una transformación como la que experimenta la oruga que después se convierte en mariposa, y que, aunque morir al principio puede ser duro porque ignoramos que va a pasar, después estaremos en un sitio mejor, como cuando alguien se va lejos de vacaciones”, señala.
García Marqués sugiere explicar a los niños que los muertos están en otro sitio desde el que pueden cuidarnos, como las estrellas, y decirles, por ejemplo, que en el cielo hay una estrella que nos protege por las noches, porque corresponde a una persona fallecida que ha estado muy cercana a ellos.
“También podemos explicarles que, aunque uno no pueda hablar con esa persona como antes y escucharla a través del teléfono, con la gente que ha muerto dialogamos a través de nuestro corazón, y ellos no nos contestan con palabras como antes, sino que sentimos sus respuestas en nuestro interior”, señala a Efe.
“Para comunicarnos con esas personas queridas que ya no están podemos sugerirles que les escriban, estén atentos a los sentimientos que surgen dentro suyo y después que escriban las respuestas que sienten o creen recibir de esas personas”, puntualiza.
Respecto de la resurrección, esta psicóloga admite que, quizás a edades tempranas, los niños no entiendan el fenómeno de la vuelta a la vida tras la muerte y porqué Jesús pudo volver a vivir y otras personas no, pero de todas formas “hay que hablar este tema con nuestros hijos, atender las preguntas que nos hacen y estar abiertos a lo que ellos nos dicen, muestran y expresan”.
CLAVES PARA DESENTRAÑAR LA CRUCIFIXIÓN.
“Se les puede explicar que, en vez de subir al cielo directamente como los demás, Jesús quiso despedirse antes de la gente y que él podía hacerlo, porque era un ser muy especial”, sugiere.
García Marqués indica que a los niños, al principio, pueden asustarles las imágenes de Jesús en la cruz que se ven en las procesiones, iglesias o ceremonias o rituales y suelen preguntar por qué sangra y sufre, quién le ha hecho daño, por qué son tan malos con él.
“La crucifixión les resulta chocante sobre todo a los niños que no han vivido esta religiosidad desde que nacieron y observan por primera vez estas expresiones religiosas a edades como los 5 años, pero no les sucede a los que no han estado imbuidos en la religión católica desde el principio y perciben las imágenes de la cruz con más naturalidad”, asegura esta psicóloga.
“Para un niño es difícil comprender que a alguien con tanta bondad como Jesús se le pueda hacer tanto daño, y entonces pueden plantearse que si ellos son buenos “los malos” también podrían dañarles y castigarles”, señala.
“En este caso, los padres pueden decir a sus hijos que Jesús era un ser muy bueno, que siempre perdonaba y ponía la otra mejilla, y que si no hubiera pasado por una situación tan dura y difícil como la crucifixión, su mensaje de perdón y amor hacia los demás no habría sido tan fuerte”, manifiesta García Marqués.
“La idea a transmitir es que Jesús tuvo que pasar por el padecimiento de ser crucificado para demostrar a los seres humanos que, no solo podemos perdonar cuando nos hacen cosas sin importancia y resulta más fácil hacerlo, sino también cuando nos hacen algo sumamente doloroso, lo que él reflejó al decir en la cruz ‘perdónalos Padre porque no saben lo que hacen’”, apunta la psicóloga.
Finalmente García Marqués sugiere explicar a los niños que, “en un momento dado, la gente se volvió contra Jesús y se portó mal con él, pero aun así los perdonó porque sabía que estaban confundidos y sentía un enorme amor hacia los demás”.