Por Marissa Glover
Todos en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido frustrados. Desde niños podemos llegar a experimentar esa sensación de impotencia ante alguna situación en donde debido a que aún no tenemos desarrolladas ciertas habilidades no podemos terminar una tarea con éxito.
Después, a medida que vamos creciendo vamos teniendo otro tipo de situaciones y adversidades distintas que tenemos que ir afrontando en las que fácilmente podemos llegar a experimentar esa sensación que nos quita las ganas y la tranquilidad.
La frustración es una emoción que se produce cuando no logramos el objetivo que deseamos, por lo que nos genera malestar e incomodidad. Cuando no logramos conseguir lo que deseamos podemos llegar a sentirnos molestos, irritables y enojados.
El grado de frustración que tendemos a experimentar es equivalente a la importancia que tenga el objetivo que no hemos logrado conseguir, es decir, cuanto mayor sea el objetivo, mayor va a ser nuestro nivel de frustración.
Nos podemos llegar a sentir frustrados por diferentes situaciones de la vida, sin embargo, si no hacemos algo por erradicarla y aumentar nuestra tolerancia a la frustración, esta emoción puede llegar a ser muy destructiva y traer consigo mucho dolor y sufrimiento.
Tipos de frustración
En psicología se dice que existen 2 tipos de frustración:
Frustración interna: Aparece a raíz de los desafíos que nos planteamos y la decepción que nos provoca el no haberlos conseguido. Esto puede deberse a que nos hemos propuesto metas poco realistas, no haber estructurado un buen plan para lograrlas o debido a las propias barreras mentales (limitaciones imaginarias) que podamos tener.
Frustración externa: Hace referencia a aquellas situaciones que no podemos prevenir como el clima, el tráfico, las acciones de las demás personas, etc. las cuales, en ocasiones podemos considerar y modificar el plan para que no intervengan en nuestro camino, pero no siempre va a poder ser así y gracias a ello no podremos lograr nuestro objetivo.
Como vemos, sentirnos frustrados en ocasiones va a ser inevitable ya que, aunque lográramos tener bajo control el lado de la frustración interna, siempre va a existir la posibilidad de que las circunstancias u otras personas nos limiten de alguna forma para lograr nuestras metas y que nos sintamos frustrados.
Por lo tanto, más que eliminar la frustración para siempre de nuestras vidas, lo mejor que podemos hacer es aprender a lidiar con ella para que no acabe con nuestro bienestar emocional.
¿Cómo se siente una persona frustrada?
Las personas que se sienten a menudo frustradas se sienten en deuda con su pasado, se recriminan a ellas mismas una y otra vez por no haber hecho algo que ahora les gustaría haber llevado a cabo y se rechazan por ello.
No aceptan que en la vida no se tiene nada seguro, a pesar de que tratemos de asegurarnos una y otra vez de que las cosas sucedan como lo deseamos. Pretenden tener todo bajo su control y cuando no es así se sienten infelices y desdichadas.
¿Cómo podemos superar la frustración?
La frustración se alivia por medio de la aceptación. La aceptación no es sinónimo de resignación, sino todo lo contrario. Cuando aceptamos estamos aprendiendo a dejar ir aquello que no podemos cambiar y que al aferrarnos solo nos provoca más daño.
Aprender a aceptar las situaciones para reducir la frustración no es tarea fácil, sobre todo si siempre hemos tenido una baja tolerancia a ella. Sin embargo, siempre vamos a poder lograrlo si hacemos un esfuerzo por mejorar nuestra perspectiva. Para ayudarnos a lograrlo, podemos tomar en cuenta lo siguiente:
• Conocerse a uno mismo. Mientras más conocimiento tengamos acerca de nosotros mismos y reconozcamos cuales son en cada momento nuestras virtudes y limitaciones, vamos a poder adecuar de una mejor manera nuestras metas y objetivos. Por lo que, si fallamos en el intento, aprenderemos a ver de forma realista y objetiva cuales han sido nuestros fallos y más que sentirnos frustrados y centrarnos en ello, podremos sentirnos más motivados a probar otra forma distinta de hacer las cosas o incluso a cambiar de objetivo.
• Buscar el lado positivo. A pesar de que en ocasiones las cosas no van a salir como lo deseamos, lo que si podemos controlar es la forma en la que percibimos lo que nos sucede. Así que en lugar de centrarnos únicamente en las cosas que no nos han salido como lo planeamos, podemos centrarnos en lo positivo con lo que contamos y que muchas veces dejamos de valorar porque damos por sentado que lo tenemos. Hay que recordar que cuando valoramos y aprovechamos lo que tenemos, llegará con más fluidez lo que en realidad necesitamos.
Para finalizar me gustaría mencionar que hay que recordar que la vida está llena de cambios constantes y situaciones a veces inesperadas y si aprendemos a aceptar que forman parte de ella, podremos ir superándolas con mayor facilidad y por lo tanto nos sentiremos menos frustrados y más tranquilos.
Te espero dentro de 2 semanas con un nuevo artículo. Si te gustaría proponer un tema nuevo del que quisieras que tratara en mi siguiente artículo y/o si te gustaría recibir atención psicológica de manera online, puedes contactar conmigo por medio de mi correo electrónico: [email protected]. Te invito también a visitar mi blog personal: https://dosis-de-psicologia.blogspot.com donde encontrarás más artículos de psicología y desarrollo personal. ¡Hasta la próxima!