Por Raúl A. Pinto
El que ya puede ser considerado leyenda entre los directores de cine mundial, M. Night Shyamalan, estrena su trabajo más reciente, “Trap” (“Trampa”), tras una década donde ha tenido más control sobre lo que hace, saliendo de esa manera del terrible pantano creativo en el que estuvo por tanto tiempo. A partir de “La Visita”, en el 2013, el director tuvo una deliciosa reinvención, y aunque no todo lo que hizo ha sido perfecto, en su conjunto demuestra que el es más “autor” de lo que nunca fue. Y algunos de nosotros lo amamos por eso.
En “Trap”, Shyamalan nos entrega un thriller psicológico con su característico toque de giros inesperados, que nos sumergen en la frenética vida de Cooper Adams (Josh Hartnett). Desde el principio, la premisa de la película promete una cautivadora mezcla de tensión y humor negro, y Shyamalan, en su mayoría, cumple con esa promesa.
Cooper, aparentemente el arquetipo del buen padre blanco millenial, lleva a su hija, Riley (Ariel Donoghue), al concierto de su estrella pop favorita, Lady Raven (Saleka Night Shyamalan). Sin embargo, esta salida aparentemente inocente rápidamente se transforma en un juego de gato y ratón de alto riesgo, cuando descubrimos que Cooper es, en realidad, un notorio asesino en serie, conocido como “el Carnicero”. Esta “revelación” (que en realidad todos intuíamos desde el trailer), lleva a Cooper a intentar evadir un bloqueo policial masivo liderado por la experta del FBI, Dra. Josephine Grant (Hayley Mills), sin despertar las sospechas de Riley, quien esta tan asustada como molesta por la situación.
Las interpretaciones están bastante decentes, partiendo por el bueno de Josh Hartnett como Cooper, cuya dualidad entre frialdad para escapar y la falsa empatía para con su hija y las personas alrededor es destacable. Aunque a veces es complicado mantener la tensión de la película, el carisma del actor mantiene la fachada del personaje, desesperado hasta el final por escapar. Mención también para Saleska Shyamalan, talentosa hija del director, quien además de ser una actriz bastante talentosa es además la compositora de una decena de muy buenas canciones, que ella misma interpreta en el papel de la estrella de la música Lady Raven. Finalmente, Hayley Mills, LA Halley Mills que en su niñez fuera mundialmente famosa protagonizando películas para Disney (“That Darn Cat”, “The Parent Trap”, “Pollyanna”, entre otras), toma un rol dramático que resuelve con una eficacia que da gusto.
La dirección de Shyamalan es, como siempre, precisa y segura, dándole a “Trap” una palpable sensación de claustrofobia y urgencia. Es el ritmo de la historia la que falla, también algo común en la carrera del director, pero su experticia le ayuda a salir airoso de la tarea. Es muy inteligente de su parte el reutilizar de forma menos evidente un tipo de personaje que siempre le funciona: el pobre marginado transformado en villano, como James McAvoy en “Split” y en “Glass”, Donnie Wahlberg en “Sexto Sentido” y Samuel L. Jackson en “Unbreakable”. Nunca está de más usar narcisismo básico para interpretar a un asesino serial, y eso es merito de Harnett, pero también de Shyamalan.
Las francamente absurdas escenas en torno al concierto son también entendibles en el contexto, teniendo a cientos de policías, el FBI y el “yo interno” buscando a una persona. En eso “Trap” funciona, y entretiene. La mezcla de humor negro y tensión genuina de la película la convierte en una destacada en la filmografía de Shyamalan, aunque no su mejor obra. Vaya a verla, que esta bien buena, y por encima de la media de lo que verá este verano.
Dirigida por Eli Roth, un director que, en sus mejores trabajos, es atrevido, y en sus no tan buenas películas, es demasiado atrevido, toma las riendas de “Borderlands” adaptación cinematográfica de la popular serie homónima de videojuegos. La historia sigue a un equipo de cazadores de tesoros que se adentra en un mundo misterioso y peligroso en busca de una bóveda perdida llena de riquezas incalculables. Este filme, ambientado en un futuro distópico, combina acción, aventura y humor, con el objetivo de capturar la esencia del querido videojuego. Por lo menos, eso es lo que busca.
La trama gira en torno a un grupo de personajes disímiles, que incluye a un mercenario con bastante oficio (Kevin Hart) y una ladrona experta (Cate Blanchett), que unen fuerzas para navegar por los paisajes traicioneros de Pandora, un planeta lejano donde Lilith, la ladrona, nació y se fue hace tiempo. El secuestro y rescate de una niña, hija de un poderoso millonario, pone al grupo a enfrentarse entre ellos, y luego unir fuerzas, enfrentando numerosos obstáculos y adversarios.
Eli Roth no es, en general, un mal director, y en “Borderlands” logra ofrecer una experiencia visualmente estimulante, sin escatimar esfuerzos en los efectos especiales, y una banda sonora enérgica para complementar el tono de film aventurero de nuestros tiempos. El problema grave es intentar equilibrar las secuencias de acción con momentos que los personajes deberían cargar en sus hombros, y los terribles diálogos escritos por Roth y Craig Mazin, el mismo genio de las series “Chernobyl” y “The Last of Us” cuya mano detrás de un guion acá es irreconocible.
El elenco, incluye a los actores mencionados, Hart y Blanchett, un dúo inesperado que trabaja duro por sacar adelante un guion insulso, que en la idea general parece bueno, pero pierde el foco una y otra vez. Los secundarios son actores con talento que ya han tenido experiencia en cintas de acción: Jaime Lee Curtis, Jack Black (en la voz del robot Claptrap), Edgar Ramírez y Gina Gershon. Estos veteranos del cine aportan sus líneas, sus patadas, sus caras sorprendidas, sus voces de villanos, pero nunca despegan. Los personajes carecen de desarrollo suficiente, como una malísima copia de las cosas buenas que Marvel y DC han hecho en la gran pantalla.
Mi teoría, honestamente es que directores como Roth, Chloe Zhao, Daniel Espinosa o S.J. Clarkson, chocan de entrada con los intereses de los productores, y esto les para todo el flujo creativo. Todos ellos han dirigido cintas independientes, o para menos publico, y han tenido terribles experiencias con los grandes estudios en películas de alto presupuesto.
Borderlands tiene una falta de cohesión narrativa inescapable de la vista de los espectadores, y juega con los clichés del género más como recurso de sobrevivencia que como homenaje. Si bien creo que los fanáticos del videojuego y del género de acción y aventura, podrían encontrarla entretenida, y a pesar que siempre intentamos mostrar la parte positiva de las cintas, esta no pasó ninguna de las pruebas de calidad. Disponible en salas.