Por Raúl A. Pinto.
A pesar de no ser muy fan de la primera entrega, y de lo que los verdaderos fans de la original estén diciendo por ahí, agradezco que Todd Phillips regresara con Joker: Folie à Deux, una secuela que mezcla el thriller psicológico con lo musical. Desde su anuncio se sabía que ésta sería una apuesta atrevida, y aunque los resultados son desiguales, tengo que admitir que la película cumple en evolucionar las temáticas algo pueriles de la primera entrega. Lo mejor de ambos films, Joaquin Phoenix, sigue aquí, brillando nuevamente en su interpretación del atormentado Arthur Fleck, quien se encuentra ahora encerrado en un hospital psiquiátrico, luego de las travesurillas que se mandó en el 2019. La cinta comienza con una animación al estilo Fantasías Animadas de Ayer y Hoy – gran trabajo de la artista Sylvain Chomet- que nos sumerge en el tono bizarro e incluso algo experimental de una película que, dicho sea de paso, nunca deja de ser un producto comercial.
La cantante y actriz Lady Gaga se une al elenco como Harleen Quinzel (futura Harley Quinn), y aporta una energía cautivadora en las breves intervenciones que ella tiene. En lo que es su mejor interpretación a la fecha, la esperamos cada vez que se va, y como lo vimos venir en el trailer, la química entre ella y Phoenix es magnética. Las canciones están muy bien insertadas, para un director como Phillips, quien dice no querer hacer un musical convencional. El tema está en que este sí parece un musicales convencional, partiendo por una trama dejada un poco de lado, que busca dar casi dos horas y media de excusa para un intenso, pero breve remate final, que da explicaciones sobre Arthur en ambas películas.
“Joker: Folie à Deux”, para un cineasta con películas un poco mediocres (para mí lo mejor que ha hecho sigue siendo la primera entrega de “The Hangover”), es salvada por el inaudito respeto que Phillips muestra, por fin, a las emociones de sus personajes, elemento que le ha faltado en toda su filmografía. Va mejorando para bien, y hay que decirlo. Pero también el film oscila entre números musicales oníricos y secuencias de juicio y prisión que parecen repetitivas. Las melodías, que incluyen clásicos como “Get Happy” y “That’s Life”, reflejan el estado mental de los personajes, pero entre canción y canción, el ritmo lento a ratos, y esos saltos intempestivo a la brutalidad cruda quitan mérito y confunden. Lars von Trier ya lo hizo con “Dancer in the Dark”, y a diferencia de aquella obra maestra, el resultado aquí es una cinta que parece más preocupada por desafiar expectativas que por ofrecer una historia satisfactoria. Pero canta y como que medio encanta, así que salvada está. Disponible en salas.
Una de las favoritas de la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), fue “The Wild Robot”, obra de animación que va mucho más allá de ser una simple película infantil. Bajo encargo de Dreamworks, y dirigida por Chris Sanders, conocido por clásicos como “Lilo & Stitch” y “Cómo entrenar a tu dragón”, este nuevo film ofrece una conmovedora reflexión sobre la maternidad, el sentido de pertenencia y lo que significa ser humano, incluso si no se pertenece a la raza humana. Basada en la serie de libros de Peter Brown, la película sigue a Roz, una robot abandonada en una isla deshabitada, quien, a pesar de su rígida programación, codificada para seguir instrucciones y servir, aprende lo que es vivir y conectarse con la fauna local, y eventualmente convertirse en madre adoptiva de un pequeño ganso al uqe llama Brightbill. Esta conexión entre lo mecánico y lo natural es el corazón de la historia, que nos invita a reconsiderar la verdadera naturaleza de la familia.
Desde sus primeros fotogramas, “The Wild Robot” se distancia de las narrativas convencionales, no solo de cintas para niños, sino también de la ciencia ficción y las historias de supervivencia. Aunque está ambientada en un futuro distante, lo que realmente la hace universal es su capacidad para explorar emociones comunes a través de la relación entre Roz, Brightbill y el resto de los habitantes de la isla. El guion, también escrito por Sanders, es sencillamente perfecto, y mezcla hábilmente humor, drama y la causa ambientalista, mientras vemos a Roz, en la excelente voz de la mexicana/keniana Lupita Nyong’o, enfrentarse a los retos de ser “madre” sin estar preparada para ello. Y en la audiencia sabemos muy bien que, bueno, nadie lo está. El “aprender sobre la marcha” y sentirse diferente a otros padres resuena tanto en los adultos como en los hijos, haciendo que esta película sea accesible para todo tipo de públicos. Entrega también una visión muy especial sobre la neurodivergencia, y la necesidad de aprender en base a patrones establecidos, y luchar contra la sociedad, y la naturaleza misma, para entender la información recibida y darse a entender.
Lo que también hace que la película sea inolvidable es su estética visual. DreamWorks nos presenta una de sus animaciones más bellas hasta la fecha, cuya inspiración ha sido atribuida por el mismo Sanders tanto a los clásicos de Disney como en las obras de Hayao Miyazaki. Cada imagen parece estar cargada de detalle y emoción, ayudadas por la increíble banda sonora de Kris Bowers, un novato en el mundo de la animación, que entrega una partitura delicada y poderosa cuando debe serlo.
Importante mención al trabajo en las voces del chileno Pedro Pascal como Fink, el zorro que se convierte en aliado de Roz, y el joven Kit Connor como Brightbill, el gansito que cambia la vida de la protagonista, quienes contribuyen enormemente al impacto emocional de la historia. Ambos personajes subrayan aún más el tema central: la familia es algo que se construye, no necesariamente algo que se hereda. Las interacciones entre Roz y estos personajes son tanto cómicas como profundamente conmovedoras, lo que hace que cada escena entre ellos se sienta genuina y significativa.
“The Wild Robot”, que probablemente se llevará el Oscar a la mejor película animada, por sobre “Inside Out 2”, y a no ser que Moana 2 venga a quitarnos el aliento como lo hizo la primera entrega. El film se destaca no solo como una de los mejores trabajos de DreamWorks en su historia, sino también como un recordatorio que las historias en formato animación tienen mucho que decir, y mucho por entregar. En la era de la información y el contenido rápido, la sencilla historia de The Wild Robot, que dura poco mas de una hora y media, no se apresura en el fluir de su historia, y deja una marca profunda. Disponible en cines.