Por Horacio Tejera
TORONTO. Lo miserable. Pocas veces hemos presenciado tanta miseria moral desembozada como la demostrada por la administración Trump con su política de separar a los niños de sus familias, castigando en la carne y la psiquis de inocentes, supuestas faltas cometidas por sus padres, para disuadir a otros de hacer lo mismo.
Eso, que se pretende que aceptemos como acciones legítimas de un Estado, equivale a la toma de rehenes y la tortura (tal la palabra utilizada en las Naciones Unidas) con el fin de demostrarle al mundo que no hay ni límites éticos a su poder. La administración impúdica del terror.
Por supuesto, se han cometido y se seguirán cometiendo mayores atrocidades que ésta… Pero por lo general a los crímenes se los esconde o se los justifica como accidentes. Lo que ha caracterizado a las diferentes experiencias de “limpieza étnica” (durante el nazismo, en Kosovo, en Birmania, etc.) es que lo aberrante se defiende como natural y necesario y a las víctimas se las culpabiliza por lo que sufren. Y pocas veces se han visto muestras de cinismo comparables a las de quienes le dicen al mundo que los niños que lloran aislados en sus celdas lo hacen por haber sido preparados para actuar.
Mientras eso sucede, por mil caminos diferentes y quizás sin tener noción de lo que les espera, decenas de miles de personas de todas las edades se ven forzadas a escapar de la violencia y la miseria. Y desde los países del llamado triángulo norte de Centro América, hacen derivar sus vidas hacia un norte mítico en donde un muro de insensibilidad y grosería las espera,
Lo digno. El 18 de junio, como parte de una gira que recorre Canadá, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados junto a delegadas de 4 organizaciones de ayuda a los desplazados centroamericanos, realizaron una presentación acerca de la desesperante situación que viven las personas provenientes de Honduras, Guatemala y El Salvador que buscan asilo o bien en México o bien en los Estados Unidos.
Los números, a pesar de su frialdad, sobrecogen. 350.000 pedidos de asilo en los últimos 6 años, con un incremento del 1000% en ese lapso, que elevó la cifra a 125.500 durante el año 2017.
Pero por detrás de esos números, están las realidades descritas por las presentadoras de los 4 países. Al dolor de cambiar el propio suelo por la incertidumbre, se le suman las atrocidades del camino; las violaciones sistemáticas de mujeres y niñas, el abuso de los menores que viajan solos, el robo de lo poco que tienen, la laceración de las carnes por los perros que reciben en la frontera a quienes no han dejado sus huesos en medio del desierto, la cárcel y el secuestro de niños para quienes ilusamente piensan que finalmente han llegado a un lugar seguro.
La serie de presentaciones coordinada por ACNUR busca crear conciencia acerca de la necesidad de que Canadá se involucre activamente en esa situación de emergencia humanitaria, a través del aporte de fondos, apoyo técnico y creación de espacios de asentamiento, y con ese fin se realizaron reuniones informativas con las instituciones de gobierno vinculadas al tema, el cuerpo consular latinoamericano, la prensa y organizaciones de nuestra comunidad.
Nuestros hermanos y nuestras hermanas, dignamente, nos invitan a no dejarlos solos en su sufrimiento. Nuestra dignidad, (la personal y la colectiva) estará medida por la capacidad que tengamos de escucharlos.
Las nuevas respuestas. Illari tiene poco menos de un año y gatea fascinada sobre cientos de osos, conejos y patos de colores bajo el sol abrasador del mediodía en el cantero central de University Ave. Su mamá forma parte de un grupo de jóvenes mujeres convocadas por Nadia Pestrak para realizar una instalación frente al consulado de los Estados Unidos en protesta por la política de “Tolerancia Cero” y reclamando el desmantelamiento del ICE (Immigration and Customs Enforcement) la institución gubernamental encargada de llevar adelante las políticas de crueldad anti-inmigratoria.
En esa instalación más de 3000 peluches expresan el estupor y la condena ante lo que se les está haciendo sufrir a más de 3000 niños.
El poder se envanece de su capacidad de presionar y amedrentar a gobiernos y a líderes políticos extranjeros, pero es incapaz de impedir que nuevos actores se multipliquen y lo enfrenten. Y vale destacar, aunque el espacio de esta nota no nos permite ahondar en ello, que tanto los cientos de marchas que congregaron a más de medio millón de personas protestando en los EE. UU., como la que tuvo lugar el día 30 alrededor de los peluches coloridos en Toronto, fueron lideradas y protagonizadas por mujeres.
Las mujeres están renovando irreversiblemente nuestras formas de responder al poder.
Desde Susan Sarandon detenida durante las acciones de protesta en Nueva York hasta las madres jóvenes que llevaron sus peluches a University Ave.; desde “la chica del Bronx” que ha revolucionado el panorama político norteamericano en los últimos días, hasta la propia Illari, que sin saberlo ha iniciado ya un largo camino.