Rodrigo Díaz M.
Unos hombres armados mataron a tiros en México a un sacerdote católico que defendía abiertamente los derechos de los indígenas y que había condenado la violencia que azotaba a su comunidad.
El padre Marcelo Pérez fue asesinado el domingo tras celebrar misa en el sureño estado de Chiapas, según informó la fiscalía. El sacerdote jesuita llevaba casi dos décadas luchando por los derechos del grupo indígena tzotzil, al que pertenecía.
La orden de los jesuitas dijo que su asesinato no debía “minimizarse” como un caso aislado, insistiendo en que formaba parte de la ola de violencia que los grupos del crimen organizado han desatado en Chiapas.
“El padre Marcelo ha sido un símbolo de resistencia y apoyo en Chiapas, en defensa de la dignidad, los derechos del pueblo y la construcción de una paz auténtica”, afirmó la Orden Jesuita.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, dijo que su asesinato estaba siendo investigado y que no quedaría impune.
La Conferencia Episcopal de México describió al padre Marcelo como una de las “voces proféticas” que habían luchado por la paz, y afirmó que se había silenciado la justicia en Chiapas.
El sacerdote fue asesinado por dos hombres en motocicleta, que abrieron fuego contra su vehículo en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas.
Los hechos se produjeron la madrugada del domingo, cuando el padre Marcelo regresaba a su parroquia tras celebrar misa en el barrio de Cuxtitali de la ciudad. El padre había sido trasladado a San Cristóbal de Las Casas tras recibir amenazas de muerte en la parroquia rural donde trabajaba anteriormente.
El sacerdote había intentado negociar el fin de la violencia provocada por los enfrentamientos entre una banda criminal y un grupo de vigilantes.